Así se presenta Idígoras ante las criaturas que aún apenas
le conocen. Los profesores y el bibliotecario sí saben ante quién están, y
asisten boquiabiertos a una lección de creatividad de los niños y de Idígoras
(uno más entre ellos).

Ya ejercitados, y formando camarilla hacen selección entre una
variedad de héroes, de malos, de escenas, de instrumentos y recompensas..., con
los que fabricarán un relato más o menos disparatado.
A estas alturas el grupo está bien acompasado, y se atreve a
crear personajes a partir de las letras del nombre de uno de los asistentes,
con su correspondiente narración llena de aventuras
Y por último, arriesgándose a todo, hacen surgir a los
protagonistas y sus hazañas del dibujo de un simple garabato