miércoles, 26 de diciembre de 2012

TEA BAG, de Henning Mankell


Sorpresa es la primera impresión que me ha causado este libro. En primer lugar por el estilo; muy alejado al que habitualmente nos tiene acostumbrados este escritor en sus novelas policíacas; he de confesar que hasta la lectura de esta obra eran las únicas que yo conocía. Y en segundo lugar, por el compromiso respecto a un tema tan actual como la inmigración.
La acción se desarrolla en Suecia donde vive el protagonista principal: Jesper Humlin, un poeta endiosado y fatuo que, inmerso en la obsesión por no estropear su imagen, vive cara a la galería, condicionando de este modo la relación que mantiene con su familia, novia, colegas e incluso su editor.
En una lectura poética, organizada a mayor gloria de Humlin, conoce a una chica africana “llamada” Tea-Bag. A raíz de este encuentro y de un modo totalmente disparatado acaba organizando un taller literario para que Tea-Bag y otras dos chicas (la rusa Tanja y Leyla de origen árabe) narren las peripecias por las que han tenido que pasar hasta su llegada a Suecia.
Al principio, no sé si deliberadamente o no, cuesta mantener el hilo por lo inverosímil de las situaciones. Da la impresión de que el protagonista se relaciona con una sarta de personajes que, o bien no hablan su mismo idioma, o si lo hacen, no prestan atención a lo que éste les transmite; o si simplemente el autor ironiza con el hecho de que aún hablando de las mismas cosas, los interlocutores de Jesper Humlin sencillamente le ignoran.
A medida que la historia avanza se va haciendo más comprensiva para el lector y, aquí si creo que es deliberado, obligándonos a tomar partido por el poeta, posicionándose en contra de las normas preestablecidas y haciendo un verdadero ejercicio de crítica a todo el status quo.
Los que seguimos a Mankell ya sabíamos de su debilidad por África pero, quizás, hasta esta novela no se hace tan patente. Aunque, para ser justos, habría que destacar que en esta historia no sólo está presente África; al incluir entre los personajes a una mujer rusa y otra árabe el autor amplía el abanico de países con la clara intención de presentarnos la variedad de inmigrantes y las distintas situaciones por las que pasan hasta llegar a Europa buscando un sitio en el que prosperar.
Pero si hay un protagonista principal en toda la obra este es el miedo. Todos lo padecen; Humlin desde su punto de vista materialista mientras que las tres chicas sienten un miedo íntimo y particular referido a sus circunstancias personales y, por otra parte, un miedo compartido en cuanto a la discriminación por su condición de extranjeras y mujeres.
Resumiendo, es una novela que denuncia la hipocresía y el miedo, una vez más, que sufre nuestra sociedad ante cualquier elemento extraño que altere nuestra cómoda rutina.
Mankell toma claro partido por alterar esta rutina, mostrándonos con crudeza la actitud amilanada con que, por lo general, nos comportamos frente a la inmigración. Pero aún así guarda un hueco para la esperanza, infundada o no, en que la humanidad llegue algún día a comprometerse de veras en la consecución de una sociedad más comprensiva y propone la posibilidad de un entendimiento entre los individuos independientemente del lugar del que procedan.                                AMOR DE PABLO

martes, 18 de diciembre de 2012

Encuentro con Guillermo Busutil


El pasado jueves, 13  de diciembre, tuvimos el encuentro  concertado con el escritor Guillermo Busutil, a propósito de su libro de relatos: Vidas prometidas. El encuentro tuvo lugar en la biblioteca Manuel Altolaguirre. A dicho encuentro asistimos ambos clubes; el de allí -local- y los que fuimos del nuestro –visitantes-.
Lo primero que he de destacar es que Guillermo es un hombre de trato afable y sencillo, y de palabra fluida. Sus respuestas fueron  extensas, pero interesantes y exactas, lo que convirtió el encuentro en un gran cúmulo de impresiones no solo sobre su libro, sino también sobre temas diversos relacionados con la literatura y la vida, o al revés, que tanto da.
Su libro gustó bastante a los lectores (lectoras en su mayoría), que intervinieron con preguntas y comentarios. Aunque a algunos de los lectores, que allí estábamos, no nos gustasen demasiado aquellos relatos que tienen final feliz, digamos que un poco forzado. Sobre este particular el autor puso luz al explicar- no lo destriparé- cómo había estructurado el final de todos los relatos.
Particularmente, me ha gustado mucho la profunda introspección en la condición humana que hace el autor (con independencia de la actuación de cada uno de sus personajes, hay que conocer mucho al ser humano para escribir, como escribe, sobre él). Asimismo, he disfrutado mucho de un autor que se toma su trabajo tan en serio como para documentarse  como lo ha hecho Guillermo. (Aunque esto parezca una perogrullada, en los tiempos que corren no lo es).
Cada una de las personas que intervinieron, y me imagino que todos los que leen un libro de relatos, tenían su texto favorito; pero mención aparte creo que merece el primero  del libro: Estrella sin ley. Relato un tanto diferente, en estilo y desarrollo- no en cuanto al fin-, a los demás. Este texto esta construido totalmente con el pulso narrativo y cinematográfico del western. Quizás cueste un poquito entender su estilo y desarrollo si no se fue un forofo de las “novelitas del oeste” y de Sergio Leonne y sus herederos.      
En fin, gracias a Guillermo por acercarnos las claves de su libro; y gracias al personal de la biblioteca Manuel Altolaguirre por su amable acogida.
 e me olvidaba: el autor, en la actualidad, no tiene gato. Aquellos curiosos que no sepáis el porqué de esta aclaración…, leed el libro.

ÉL, DE LUIS BUÑUEL.


Francisco camina en bata por el pasillo del tren un tanto nervioso. Abre la puerta de su compartimento y allí encuentra a su mujer, Gloria, con la que se acaba de casar, tumbada castamente en la alcoba, esperándolo. Es el momento soñado, la consumación de lo que él ha definido como un amor puro. Francisco se acerca a su mujer y le susurra palabras dulces. Ella cierra los ojos, arrobada. De repente, él se pone serio y le pregunta en quién está pensando. Gloria no puede creer lo que sucede ante sus ojos: su marido de pronto se ha convertido en un ser paranoico que cuestiona su fidelidad a través de sus pensamientos. Este es el punto de inflexión de esta obra maestra de Buñuel. Hasta el momento sólo nos ha mostrado pistas de la verdadera personalidad de Francisco, al que ha retratado como un galán y un perfecto caballero. 

En sus memorias, Buñuel, siempre humilde, declara que Él tenía como objetivo principal el retrato de un ser paranoico, pero Francisco es mucho más que eso. Para el crítico Paulo Antonio Paranaguá, autor de un estudio de la película:

"Él es a la vez "un perfecto caballero cristiano", como atestigua su padre espiritual; un aristócrata que desprecia a la humanidad, conflictivo, en juicio por un asunto importante (una herencia), un romántico capaz de exaltar el flechazo a sus comensales, celoso al extremo, en la medida en que se alimenta de sus propias obsesiones, patriarcal e infantil. (...) Él, el hombre que no conoció a otra mujer, como no sea su madre, permaneció prisionero del complejo de Edipo."

Buñuel también era un hombre de obsesiones y no la menor de ellas era la iglesia católica, que en esta película vuelve a aparecer como refugio de la burguesía biempensante. Francisco, como perfecto caballero cristiano, goza de una estimación intachable entre sus semejantes: asiste y participa en las ceremonias religiosas, ofrece veladas muy decorosas en su propia casa y, sobre todo, no es capaz de encontrar a su mujer ideal hasta que conoce a Gloria y el flechazo se produce (por supuesto, dentro de una iglesia). Gloria para él es el resumen de las virtudes cristianas: una muchacha de aspecto virginal, muy comedida en sus gestos y, sobre todo, muy sumisa. La perfecta esposa para él, que urdirá las intrigas que sean necesarias para que sea suya y, una vez que lo sea, comenzará para él la obsesión sobre su pasado, una mácula insoportable en su pureza. Pero hay también en Francisco sombras de homosexualidad reprimida (veáse su extraña relación con su criado), algo que sólo puede avivar su tormento interior.

Así pues, la identificación entre Gloria y la iglesia, en cuyo seno se ha criado Francisco (con una relación madre-hijo) es plena. Se conocen en una iglesia y en una iglesia tiene lugar el arrebato final de locura del protagonista, con una escena de lucha en el altar digna del cineasta aragonés. Parece increíble que Buñuel lograra rodar una película tan heterodoxa y personal con tan pocos medios, en una industria cinematográfica, la mexicana, que no estaba preparada para una película así: sólo duró dos semanas en cartel y la gente se reía de su trama, sin establecer significados más profundos. 

Ni que decir tiene que se trata de una de mis películas favoritas. Hay un detalle que nunca se me ha escapado en mis múltiples visionados: la perfecta dicción de todos los actores, algo que se ha perdido casi por completo en el cine español actual. Él no va a la zaga de cualquiera de las prestigiosas producciones de Hollywood de aquellos años. Y eso es un milagro que cabe atribuir al genio de Luis Buñuel.