lunes, 9 de noviembre de 2015

Matar a un ruiseñor, de Harper Lee

           

La autora Harper Lee nos traslada al estado de Alabama, a un pueblo imaginario “Maycomb”, durante la gran depresión americana. La historia tiene como narradora a Scout Finch una niña huérfana de seis años que vive con su padre Atticus, un respetable abogado, su hermano Jem y el ama de llaves Calpurnia.
La novela tiene como hilo conductor un hecho real ocurrido en 1936, la violación de una chica blanca a manos de un hombre negro y sirve para contar desde la perspectiva de una niña la historia de su infancia (que la autora delimita en un periodo de 3 años) y que tiene un marcado carácter biográfico.
El relato se inicia en el transcurso de un verano con las “aventuras” de Scout, Jem y su recién conocido vecino, otro niño de su edad Dill, haciéndonos vivir sus sentimientos, sus fantasias,  su visión sobre sus familiares, vecinos o compañeros de clase. La fascinación y el miedo que produce a los niños su vecino Boo Radley, que no ha salido de su casa en años y sobre el que existe un silencio tácito entre los vecinos (al parecer debido a algún tipo de enfermedad mental) enciende la imaginación de los niños. La narración nos muestra la visión de una niña inteligente y sensible.
La educación y los conocimientos que le transmite su padre Aticus muy superiores a los de los otros niños y que incluso su profesora le recrimina por entenderlo inadecuado para una niña de su edad, nos descubre la sociedad llena de prejuicios en la que vive. Solo con su amigo Dill con el que tiene una gran complicidad (se refiere a su amigo de la infancia Truman Capote) deja correr libremente sus fantasías y se puede mostrar como realmente es.
A lo largo de esos años va descubriendo el racismo de sus vecinos contra los ciudadanos afroamericanos, prejuicios de todo tipo, la diferencia de clases sociales, la crudeza de la vida. La inocencia que va quedando atrás, va dando paso a la adolescencia. Su hermano Jem será el artífice de este paso.
Su padre Atticus será quien represente los más altos valores del individuo, la honestidad la integridad la valentía. Decide actuar como abogado defensor de un ciudadano negro Tom Robinson, acusado de violar a una mujer blanca por lo que debe enfrentarse a los insultos y la incomprensión de sus vecinos blancos, los niños sufrirán también ese acoso.
Atticus, llega incluso a defender con su vida al condenado, que iba a ser linchado por los vecinos antes de la celebración del juicio. Scout y Jem a acuden en ayuda de su padre y consiguen dispersarlos.
Aunque queda casi demostrada su inocencia, Tom es condenado pero deja en evidencia a la víctima, lo que provoca la venganza del padre de esta, Ewell. Tom condenado y desesperado intenta huir, recibe un disparo y muere.
El desenlace provoca tanto en Jem como en Scout la perdida de fe en la justicia que tanto les había inculcado su padre.
Jem y Scout son atacados por Ewell, que sorprendentemente son defendidos por Boo Radley. (al que finalmente llegan a conocer y a comprender)
Ewell muere en el incidente y no queda claro cuál de los dos ha sido sí Jem o Boo. La honestidad de Atticus le lleva incluso a culpabilizar a su hijo y que fuese sometido a juicio.
La mediación del sheriff, hace a Atticus reflexionar, llegan a la conclusión de que lo correcto sería aceptar la muerte accidental de Ewell.
La novela aborda un tema muy delicado para la época. El racismo y los prejuicios en contra de los ciudadanos afroamericanos, que estaba muy extendido en el sur de EEUU. Aunque trata también otros como la destrucción de la inocencia, la amistad.
Una economía rural dominada por blancos que ejercía el dominio político y social sobre los ciudadanos negros, privados de todos los derechos y con un sistema judicial sin garantías.
El trasfondo autobiográfico queda patente, ya que su padre también abogado defendió a dos hombres negros, y la figura de Dill, amigo de los niños, de una gran imaginación coincide con la vida real de Truman Capote. Al igual que en la novela un ama de llaves negra( en la novela Calpurnia) acudía diariamente al hogar de los Lee.
Pese a que la madre de Lee murió cuando ella tenia 25 años, padecía una enfermedad que la volvía mental y emocionalmente ausente lo que pudo inspirar el personaje de Boo. Tenía un hermano llamado Ewin quien como Jem era 4 años mayor que ella.
Nacida en 1926 Harper Lee creció en la localidad sureña de Monroeville, Alabama donde entablo una estrecha amistad con su vecino de los veranos Truman Capote.
En la universidad escribió en distintas revistas y periódicos, publicando relatos sobre injusticia social, un tema raramente mencionado en los campus de la época.
Más tarde se trasladó a Nueva York donde comenzó a escribir ensayos y pequeños relatos sobre la gente de Monroeville, su pueblo natal. Allí ejerció periodismo y junto a Truman Capote se recorre el territorio donde se iba a desarrollar la novela, tomando anotaciones que posteriormente también servirían a Capote para su obra.
En principio una primera versión de la novela es rechazada por el editor, por considerarla poco comercial, lo que la hace modificarla (aunque ella diría que se trataba de otra novela diferente).
Finalmente Lee empleó dos años y medio en escribir matar a un ruiseñor su única novela, el libro se publico en 1961 consiguiendo el premio Pulitzer. Se comentó que la obra había sido escrita por Capote, lo que este no desmintió. Quizás fue eso lo que acabó con la amistad entre ambos escritores.
Está considerada como un clásico de la literatura americana del siglo XX. Desde el primer momento tiene un gran éxito y en 1962 es llevada al cine por Robert Mulligan consiguiendo varios Óscar.
Lee disfrutó de una gran popularidad en los años posteriores a la publicación de la novela, declara sentirse abrumada por tantas entrevistas y premios, no soporta el éxito, se retira, y no vuelve a escribir.
En 2015 se publica la secuela de matar a un ruiseñor con el titulo de “Ve y pon un centinela”, que según parece se trataría de la recuperación de la primera versión que no llego a publicar.
María José Bernal Enjuto

sábado, 7 de noviembre de 2015

MATAR A UN RUISEÑOR

MATAR A UN RUISEÑOR
Como veo que han pasado los días y nadie se ha decidido a insertar un comentario sobre el gran Atticus lo hago yo, aunque sea un poco a destiempo, la reunión del club fue el 23 de octubre.
Matar a un ruiseñor, estamos ante una novela considerada un clásico moderno. Como todo clásico trasciende lo puramente local y temporal para tocar cuestiones, valores y prejuicios de siempre. Por unanimidad, con algún matiz, ha gustado a todos, lo que no es muy bueno para el debate pero si para la obra.
Argumento, para quienes todavía no hayan leído la novela, la acción transcurre en el profundo sur  de Estados Unidos, concretamente en la ciudad de Maycomb, capital del condado del mismo nombre (Alabama).Corren los años de la Gran Depresión. Allí vive Atticus, viudo con dos hijos, un chico Jem, 12 años y una chica, Scout, 8 años. La niña es la narradora de la novela, gran acierto pues mezcla la curiosidad infantil con la inocencia propias de su edad; refrendada, por el inicio en los valores y los conflictos de los adultos a los cuales ella no llega, por el personaje de su hermano. Pero el gran personaje de la novela es sin duda Atticus. Él ejerce en esta ciudad como abogado. Es de los primeros que  tienen que ganarse la vida al margen de la plantación familiar y, gracias a tener estudios, lo hace con una profesión que le da una relevancia social privilegiada. Cuestión esta de la que él tiene clara conciencia.                                                            


En este ambiente, de pocos de clase social que no tengan que ganarse la vida con el trabajo de sus manos, donde la mayoría de los blancos son campesinos pobres y de una población negra que no cuenta socialmente para nada, es donde transcurre, en cierta forma placentera, la vida de Atticus.
Cuando el juez local le nombra abogado de oficio en la defensa de un  negro, sabedor el juez de que, aunque no gane, es el único capaz de mover un poco la tierra bajo los pies de sus conciudadanos blancos, es cuando se nos muestra la verdadera dimensión del personaje. Atticus sabe que es una causa perdida de antemano; aunque todas las pruebas apuntan a la inocencia del hombre, no hay jurado en la ciudad, donde solo los hombres blancos pueden ser  miembros, que absuelva a un hombre negro acusado de la violación  de una mujer blanca. Él no quería un caso así, es algo que le han endilgado, “tarde o temprano surge un caso así en la carrera de todo abogado”. Pero una vez dentro, pone toda su pericia y empeño en la defensa de este hombre.
Esto es lo que convierte, según el entender de este lector, en grande a Atticus: hace lo que debe hacerse, sin discursos ni alharacas. Ya se sabe, si lo correcto va contra la ignorancia y los prejuicios e intereses, siempre hay un coste. Pero él lo tiene claro, la posición preeminente que ocupa en la sociedad le permite y le exige, según su propia concepción, ser fiel a  este principio, con el que intenta educar a sus hijos: una persona debe hacer lo que está bien porque sabe que es lo que está bien, sin más.


La novela es de una gran complejidad en su aparente sencillez. La autora hace lo que  toda gran obra: nos muestra a los personajes, deja que se vayan construyendo ante nuestros ojos con sus acciones .Esta es la parte que no se puede resumir de los clásicos, solamente podemos apreciarlos y disfrutarlos leyéndolos.
FRANCISCO TORRES DOMÍNGUEZ

MEJOR... IMPOSIBLE, DE JAMES L. BROOKS.

A primera vista, Mejor.. imposible, no parece más que un mero vehículo de lucimiento de Jack Nicholson. Y hay parte de verdad en esta afirmación, porque el papel protagonista parece escrito para él, pero afortunadamente la película de James L. Brooks cuenta con muchos más ingredientes, entre los que destaca un guión excelente, optimista y con abundantes dosis de comedia, pero mucho más complejo de lo que parece a primera vista.

Melvin Udall es un enfermo. Padece un severo transtorno obsesivo-compulsivo, es decir, su mente alberga habitualmente ideas obsesivas que le causan una angustia permanente, por lo que debe realizar actos un tanto insólitos para intentar liberarse de ellas: lavarse las manos con un jabón distinto cada vez, pasear sin pisar las líneas de la acera y, en lo posible, seguir rutinas estrictas en su vida cotidiana. Además Melvin es un ser extramadamente desagradable con el prójimo. Brutalmente sincero, no le importa manifestar públicamente sus pensamientos racistas, xenóbofos, homófobos y machistas. Sus intereses empiezan y terminan en sí mismo, por lo que cualquier alteración en la tranquilidad de sus hábitos, es percibida por él como la peor de la catástrofes. Lo paradójico es que se gana la vida como escritor de género romántico, con gran éxito porque, a decir de sus lectoras, nadie es capaz de captar mejor que él los sentimientos femeninos.

En cierta forma Mejor... imposible funciona como un cuento moral, como una gran conspiración del azar para que el hombre maduro y gruñón aprenda un poco de empatía, que la relación con otros seres humanos (y caninos) no es solo motivo de fastidio, sino una fuente de beneficios mutuos, en las que todos pueden aportar algo. Que en medio de este proceso le asalte el sentimiento amoroso no es más que un estímulo más para que el protagonista realice un examen íntimo de conciencia y se proponga abordar unos revolucionarios cambios en su actitud ante la existencia. Quizá también le ayude el hecho de advertir, una vez que salta las barreras que le separaban de los demás, que él no es el único sufriente, el único ser solitario en el mundo, por mucho que las apariencias le hayan dicho hasta el momento lo contrario.

Por otra parte, hay que apuntar que la trama no se priva de denunciar la situación de la Sanidad en Estados Unidos. Nada menos que dos personajes se ven afectados por aquel sistema, uno de ellos pierde su hogar por no poder pagar la factura del hospital, después de haber recibido una paliza para robarle en su propio domicilio y el seguro médico de la protagonista es insuficiente para cubrir las atenciones médicas que necesita su hijo enfermo de asma crónico.

La de Brooks es una de esas producciones bienintencionadas que nos intentan acercar al mundo de esta clase de enfermos desde una perspectiva amable, aunque la realidad sea mucho más dura. Otro ejemplo famoso y muy reciente es el Sheldon de The Big Bang Theory. Por una parte, la enfermedad se populariza y la gente la acepta mejor, pero por otra la información que llega está edulcorada. El happy end de Mejor... imposible quizá no lo sea tanto si pudiéramos asomarnos al futuro inmediato de la recién constituida pareja.