sábado, 8 de noviembre de 2014

UNA RELACIÓN PRIVADA.

Un hombre y una mujer se encuentran en una cafetería. No se conocen. Él ha contestado a un anuncio por palabras que ella contrató ¿en una revista? ¿a través de Minitel? No está claro, porque ambos ofrecen versiones ligeramente distintas de los hechos una vez pasado el tiempo. Lo importante es que han quedado para hacer realidad una fantasía erótica. Pretenden que su relación se base únicamente en el cumplimiento de esta perversión sexual (nunca sabremos de qué se trata, ni falta que hace). Ni siquiera se dirán sus nombres, ni a qué se dedican. Solo sexo sin complicaciones sentimentales. ¿Es esto posible?

Lo que vemos en Una relación privada es una historia de amor al revés. Primero llega la realización de las fantasías, luego hacen el amor y después se enamoran. Les queda la última fase (o la primera, en las relaciones convencionales), la de conocerse un poco. Se puede hablar aquí de enamoramiento, sí, pero con matices. No se trata de un amor completo, porque es imposible que lo sea sin ni siquiera saber el nombre del otro y al menos algunas de sus circunstancias. Existe una atracción, un deseo de estar juntos, pero los planes no pueden ir más allá, puesto que sigue existiendo un gran espacio vacío entre ellos.

Si algo llama la atención en estos dos personajes tan bien interpretados por Sergi López y Nathalie Baye es lo civilizados que son. Su relación nace de una especie de contrato que debe ser respetado y cualquier modificación del mismo debe ser consensuada. Por eso funciona, pero por poco tiempo, puesto que una relación, para que perdure en el tiempo, tiene que evolucionar, no puede estancarse en una sola actividad. Y es ahí donde surge el conflicto, la confusión. ¿Qué se puede hacer con una relación así? ¿Es mejor dejarla morir y hacerla progresar hacia costas desconocidas?

A primera vista Una relación privada parece una película de pretensiones pequeñas, pero pronto nos damos cuenta de que sus planteamientos son profundos. Habla nada menos que de la naturaleza del amor, de su gradaciones, de la necesidad humana de acercamiento al otro a muchos niveles. Y también de la imposibilidad de mantener la perfección de una relación cuando hay pánico a mutar su naturaleza. Quizá esa perfección solo sea posible mantenerla a través del recuerdo. 

2 comentarios:

  1. Buena película, desde el punto de vista que está planteada creo que consigue lo que pretende, una relación basada en satisfacer sus fantasías,en las que coinciden , son personas educadas, inteligentes, y bien parecidos, que termina porque no está contemplado las implicaciones afectivas,y antes de defraudarse mutuamente prefieren quedarse con el buen recuerdo. Todo muy civilizado.

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  2. No hay nada como la civilización. Y, además, la civilización se hace paso a paso. Aunque al final no logran hallar la confianza suficiente como para conservar la buena relación comenzada, sin duda es un gran avance el haber compartido momentos tan privados. Tal vez a los siguientes que lo intenten les saldrá todavía mejor...

    Esa soledad y aparente frialdad del entorno parece muy íntima, muy a propósito para la expansión de los sentimientos...

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