sábado, 27 de noviembre de 2021

LAS LEYES DE LA FRONTERA, DE JAVIER CERCAS.

La literatura de Javier Cercas constituye una de las mejores crónicas de nuestra historia más reciente. Libros como Anatomía de un instante o Soldados de Salamina se han acercado de manera casi fotográfica a episodios decisivos de nuestro pasado, añadiéndoles ese toque de ficción que nos permite contemplar esos hechos desde la perspectiva de distintos personajes. Las leyes de la frontera no es una excepción a esta tendencia, en la que Cercas es un consumado maestro. Volver a los años más duros de la transición y retratar la vida, que transcurre deprisa, deprisa, de unos adolescentes sin futuro, esos llamados quinquis que llamaron tanto la atención por sus violentos delitos y que muchos elevaron a la categoría de héroes del pueblo.

En realidad sí que hay un personaje que podría labrarse un futuro lejos de esa vida cuya única perspectiva es ser condenado a largos años de cárcel. Se trata del protagonista, Ignacio Cañas, un hijo de la clase media que es abusado por sus compañeros en el instituto y al que le basta un verano, el de 1978, para cambiar radicalmente y hacerse miembro de una banda de delincuentes juveniles de las que empezaban a proliferar en una época de libertades recién conquistadas y esperanzas de futuro, pero también de activación de una delincuencia violenta, desconocida en España hasta el momento, alentada por la masiva llegada del tráfico de drogas a nuestro país. Delincuentes como el Vaquilla o el Torete se hicieron inmensamente populares: se les dedicaban artículos en periódicos, canciones e incluso películas que a veces interpretaban ellos mismos. Popularmente estas figuras producían la fascinación de esos seres marginales, a los que la sociedad no les ha otorgado ninguna oportunidad, que se la jugaban a cada paso cometiendo delitos cada vez más audaces hasta que terminaban prematuramente sus vidas en una vorágine de condenas a prisión, consumo de drogas y falta de capacidad para gestionar una fama tan unánime como efímera.

La vida ficticia de el Zarco corre paralela a la de los quinquis históricos: una rápida ascensión a la fama después de cometer una gran cantidad de delitos violentos en un periodo muy corto de tiempo y el resto de su existencia entre prisiones, intentos de fuga y conatos de redención, alentados por sus numerosos seguidores, que nunca se materializan, quizá porque un ser como él es irredimible. La novela de Cercas se estructura como una serie de entrevistas que realiza un escritor que está preparando un libro sobre el Zarco: a Ignacio Cañas, el gafitas, que formó parte de su banda durante el verano del 78, luego se convirtió en un abogado de prestigio y terminó defendiendo a su antiguo compañero, a un policía y al director de la prisión. Aunque podemos descubrir muchos matices de la personalidad del delincuente, e incluso algunos valores que tienen que ver con la cohesión de su grupo, en realidad jamás llegamos a conocerlo del todo, porque los testimonios que leemos son lógicamente subjetivos y pueden estar contaminados de mentiras interesadas. Pero en cualquier caso lo que importa aquí es el retrato de una época irrepetible que nos da idea de cuánto ha cambiado este país en las últimas décadas, aunque la idea de frontera, entre barrios, entre clases sociales, siga plenamente vigente. Como declara el propio Cercas en una entrevista incluida en la página web del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones:

"(...) esta novela no es una novela sobre la Transición, si acaso es una novela sobre cómo éramos entonces y en qué nos hemos convertido. Y lo que es muy visible en el libro es cómo la España de 1978 es una España tercermundista —sí, ésa es la palabra— que sale de una dictadura larguísima, un país de un cutre y de una miseria impresionantes, y cómo la España de principios del siglo XXI es un país de un modernismo increíble; cómo la ciudad en la que vivimos (Gerona en este caso, pero es válido para todo el país) se ha convertido, como dice un personaje de la novela, en una ciudad “ridículamente satisfecha de sí misma”. Porque eso era España hace apenas unos años: un país de nuevos ricos, con todo lo que eso conlleva. Ahora también digo que, del mismo modo que la visión que se tenía de España hace siete años era irreal, también lo es la que se tiene ahora."

La adaptación cinematográfica de Daniel Monzón se ocupa sobre todo de la primera parte de la novela, la de ese verano del 78 en la que la banda del Zarco da numerosos golpes y es finalmente desarticulada. Aunque se introducen algunos cambios respecto al argumento de la novela, es absolutamente respetuosa con la esencia de la narración de Cercas y constituye una de las mejores películas españolas de los últimos años, quizá porque se trata de una obra sin más pretensión que adaptar un material que funciona de manera espléndida como un revival de aquel cine quinqui de los años ochenta. 

1 comentario:

  1. Muy documentado el comentario del libro, la película, e incluso un análisis de la época muy bueno los tres. Si entras sólo en el blog no se ve el nombre de el autor del comentario.

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