martes, 14 de mayo de 2013

LOS PUENTES DE MADISON.



El lector que se asome a Los puentes de Madison Country, la novela de Robert James Waller, buscando la misma magia que transmite la adaptación cinematográfica de Clint Eastwood seguramente se sentirá decepcionado. La de Waller es una narración muy convencional e incluso el proceso de enamoramiento que describe es poco creible. Algunas de sus escenas son memorables, pero no por su intensidad literaria, sino por los excesos descriptivos en los que incurre:

"Por Dios, ¿qué había en ese hombre? Era como un ser de otro planeta que hubiera llegado en la cola de un cometa y hubiera caído en el extremo de un sendero."

Y esta otra:

"Ella, que desde hacía años no tenía orgasmos, los tenía ahora en largas secuencias con ese ser que era mitad hombre y mitad otra criatura. Francesca se preguntaba cómo él resistía tanto, y Robert le dijo que podía llegar a los orgasmos de la mente lo mismo que a los físicos, y que los orgasmos de la mente tenían un carácter especial."

Uno de los secretos por lo que la película es tan recordada es la capacidad de sus dos grandísimos intérpretes para transmitir emociones. Robert y Francesca son dos seres con vidas convencionales, de ahí el secreto de la credibilidad de su historia amorosa. Robert es un solitario que se gana la vida como fotógrafo y que está convencido de que su encuentro con Francesca es una ocasión excepcional que se da solo una vez en la vida. Ella es una madre de familia que ha tenido que renunciar a muchos de sus sueños a cambio de una vida apacible en la idílica Iowa, donde impera una mentalidad conservadora que condena a aquel que se atreve a salirse de las convenciones. Francesca se enamora profundamente de Robert en los cuatro días que pasan juntos y estos cuatro días son los que van a dar sentido al resto de su existencia. Todo sería más fácil si Francesca fuera una mujer maltratada o meramente infeliz, pero lo cierto es que no puede quejarse de su vida, de su marido o de sus hijos y escaparse con Robert significaría condenarlos a una cruel estigmatización social.

Esta es la tragedia de Los puentes de Madison. Un hombre y una mujer que se encuentran, comprenden que se necesitan el uno al otro y no pueden estar juntos. La historia en la que se basa podía haber dado lugar a una película cursi y sentimentaloide y sin embargo Eastwood le imprime un caracter íntimo y humanista, muy acorde con los paisajes de Madison Country que muestra con una preciosa fotografía. Bien es cierto que si el amor de Robert y Francesca es puro y perfecto es porque ha durado tan solo cuatro días y no ha estado sometido al desgaste de lo cotidiano. A ellos dos les hubiera gustado tener la oportunidad de ponerlo a prueba, pero al menos, como consuelo, construyen una mitología íntima en la que esos días son sagrados y su enamoramiento adquiere un carácter metafísico y, por ello, imborrable. 

2 comentarios:

  1. Salvo algunos breves momentos en que me da la impresión de cierta sobreactuación de los dos protagonistas, yo también opino que la interpretación es muy buena, y dan la talla sobretodo en esas largas secuencias ininterrumpidas tan llenas de matices.
    Y a pesar del contraste evidente, no estoy de acuerdo con las críticas habituales a la pareja secundaria, la de los hijos, que aportan un toque fresco y juvenil, y que en conjunto resulta convincente.
    Estoy de acuerdo en que la historia fácilmente podría haber derivado en una cursilería si no hubiese estado en manos de un director y unos intérpretes con mucha maestría.

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  2. Hay que ver que pena que no pude ir, porque entre otras cosas me hubiera gustado volver a verla para saber si la impresión que tengo de ella ha cambiado o no. Me gusta mucho Eastwood, tanto de actor como de director, no puedo decir lo mismo de Meryl Streep. Ví este film cuando lo estrenaron y la verdad es que no me gustó mucho. Años después volvía a verla y me gustó menos aún. Comprendo que el hecho de que la actriz no me resulte creíble hace que mi crítica sea negativa. He visto montones de papeles de la Streep y siempre la encuentro histriónica, tengo la impresión de que busca que el espectador se crea su papel y, por esto mismo, a mi no llega a convecerme, no me conmueve, no consigo establecer empatía con ella. Probablemente sea subjetivo, pero así es. Por lo demás, la fotografía, la dirección, el ambiente... sí están bien conseguidos pero a mi personalmente esta película nome llena. En fin, alguna vez tenía que estar en desacuerdo con vosotros.

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