Estoy muy contento porque la de
hoy ha sido la reunión más completa que hemos tenido, por la
participación de todos en el coloquio de manera tan espontánea e enriquecedora.
Lo primero que nos ha salido a
todos de manera espontánea es la comparación entre la novela y la película.
Hemos visto las grandes diferencias no solo entre los relatos contados sino
también en los personajes. La mayoría de ellos, aunque aparecen, no tiene papel relevante salvo algún secundario.
Entre los principales, el galardonado con un Óscar Henry Fonda hace un brillante papel, pero a todos nos parece que
con menos fuerza que el de la novela. Algo parecido podemos opinar sobre el
papel de la madre.
La película, aunque larga, tiene
un gran ritmo y se nos hace corta; la
misma manera de rodar en continuo movimiento ayuda a ello. Son prácticamente
dos personajes los que llevan la película, muy diferente del caso de la
novela que es más coral y donde todos tienen su momento.
También el libro da más lugar a
reflexiones del autor en torno al drama central del relato, que en la película
tiene quizás solo tres escenas de exposición: El pastor en su reflexión
poco antes de su muerte, John el joven protagonista al despedirse de su madre,
y la madre en la última escena en el camión, al reanudar la marcha
después de abandonar el campamento. Esta última reflexión también está más
destacada en la novela de manera más completa pero no coincide en el momento en
que la sitúa la película.
El desarrollo del coloquio fue un
continuo extraer diferencias, acentuado algún detalle o escena, trasladando
situaciones al momento actual y viendo lo poco que ha cambiado la historia y
cómo seguimos sin saber solucionar viejos problemas. La única coincidencia positiva es que tanto entonces como ahora,
para enfrentarse a toda crisis uno de los grandes cimientos es la familia.
Lo que me gustaría reseñar como final, es que
consideremos cómo el mismo tema se puede tratar en los dos formatos de
literatura y cine, y de las dos maneras se llega la corazón humano, y eso es lo
importante. Y el arte si está bien hecho llega a emocionar, sea cine o
literatura, si quienes lo hacen son maestros, y aquí se ha dado el caso. Por
eso no desmerece ninguno sino que se tiene que valorar el éxito de la
utilización de las herramientas que cada una posee.
Sigamos animados con el cine.
Mariano Calderón Domínguez