lunes, 30 de octubre de 2023

El manuscrito carmesí, de Antonio Gala

 Por Carmen Mª Moreno Sánchez

Buenos días, la novela de este mes fue escrita por Antonio Gala con la cual ganó el Premio Planeta; el argumento se podría resumir diciendo que es una autobiografía ficticia de Boabdil basada en el hallazgo de un supuesto manuscrito escrito por el mismo. Para resumir lo que para mi es el argumento del libro me valgo de párrafos del libro que a continuación transcribo. El primero pertenece a Boabdil:

      " Nunca he entendido por qué el hombre se endiosa tanto que se arroga la obligación de defender a Díos. Como si El no tuviera medios suficientes".

El segundo pertenece a un Obispo cristiano:

   " Matar, entre nosotros, no es infligir un daño; es sólo anticipar la justicia divina. O incluso ejercerla. Se manda el cuerpo a la tierra pues tierra es, y el alma, a gozar del Señor o a ser privada de El en el infierno. En cuanto a los infieles, exterminarlos es un precepto de nuestra santa religión, puesto que se oponen a Dios, de quien es únicamente el poder y la gloria. Salvo que se conviertan; es en la conversión donde está la vida".

 Me ha gustado mucho, muy rico en descripciones, en hechos históricos y en vocabulario. En determinados momentos me ha resultado reiterativo y cargante. 


Por Juana Morante Cayuela 

Fragmentos de la novela que me han gustado especialmente: Son los bellísimos poemas de amor que se intercalaban en Las Mil y Una Noches, y que inspiraron a tantos poetas y místicos de toda Europa, especialmente a los que tuvieron contacto con la cultura islámica, como es nuestro caso.

El autor, Antonio Gala, los ha incorporado al texto de forma magistral.

 

Soy un fruto lascivo y redondeado
         Que alimentan las aguas del jardín.
         Ceñido por un cáliz rugoso,
         Parezco el corazón de un cordero en las garras de un buitre.
(Es un poemita dedicado a la berenjena; evidentemente, tiene doble sentido, y al mismo tiempo es una adivinanza.)
 
         Crezco o decrezco entre los comensales,
         Y, en mitad de la sombra, las lágrimas resbalan por mi cuello.
         Si me duermo, alguien corta mi cabellera,
         Y permanezco insomne hasta mi muerte.
         (Este, como el anterior, convierte en un divertimiento, una adivinanza expresada
         En forma poética . Es la vela).
 
         Soy delgado, y tan pálido y frágil
         Que me dejo acuchillar fácilmente.
         De vez en cuando bebo,
         Y de mis ojos luego brota el llanto.
         (El cálamo)
 
         Lo mismo que la espada nos portamos.
         Inseparables somos.
         Si algo entre las dos gemelas se interpone,
         De común acuerdo lo despedazaremos.
         (….? Las tijeras!)
 
         Soy el traidor a las palomas.
         Antes, cuando fui su amigo, las sostuve temblando.
         Ahora, vibrante, las acoso
         Y les doy muerte con mi lengua.
         (El arco)
 
         Soy el dueño de la brisa.
         Si quiero sopla el céfiro; si quiero, el viento Sur.
         Pero lo que prefiero es acariciar el rostro
         Del más hermoso de los nazaríes.
         (El abanico)
 
         Cuando más necesita su venida,
         Se van del olivar los estorninos…
 
         Lo que temí perder ya lo he perdido;
         Lo que esperé ganar ya no lo espero.
 
         Mi nombre y tú ya estáis
         A salvo en el jardín:
         Fuera del tiempo, su maleficio no os perturbará
                                                                      (Boabdil)
 
         A la vista encanta la belleza de esta diadema,
         Que parece un tejido de brocado.
         Sobre su trono la novia es como el sol
         Brillando en lo más alto de las constelaciones.
         Dos astros se han reunido en este asiento
         Y rivalizan sus deslumbrantes resplandores.
                                                        (Ibn al Yayab)
        
         Le dijeron a Hasán que su mujer
         Era la mujer de todo el pueblo.
         <<Calumnias>>, contestó, <<no me lo creeré
         Hasta que vea la espada dentro de la vaina>>
 
         ¿Qué ha sido de mi cosa? ¿Qué ha sido de mi cosa?
         Desde abajito se me ha caído,
         Igual que un muro al que le faltan los cimientos.
         Si volviera Jesús, el profeta, quizás podría curarte,
         Pero el sitio en el que tienes la enfermedad
         Es difícil que al profeta le gustara tocarlo.
                                                       
         Mis cualidades se corresponden
         Con las de un palacio real:
         Por fuera, manchas y desconchones;
         Por dentro, las maravillas.
 
         De terciopelo son sus flancos, tachonados de alhajas;
         La mano del destino recamó su prodigio.
         Deslumbrante su piel, como un jardín
         Donde florecen las juncias entre anémonas;
         Blanca y jade a la vez,
         Igual que plata sostenida en oro.
         Semejante a unos arriates de narcisos
         En los altos ribazos donde serpea el arroyo.
                                                        (Ibn Zamrak)
 
         Tu cuerpo es una rama de sauce,
         Y tu rostro, la luna llena sobre el estanque, amada.
         Pero no alardees de no otorgar a quien tanto te ama nada tuyo,
         Porque mi mensajero es Nasim,
         Y las ramas terminan siempre por doblegarse ante la brisa,
         Y hasta la luna se deja mecer bajo su soplo.
 
         La mano de la aurora convierte en alcanfor
         El almizcle sombrío de la noche.
         Perfume por perfume, no sé con cual quedarme.
         Renovar los olores no es ninguna torpeza.
         Verdad es lo que afirmas, más no del todo acaso,
         Porque el almizcle es perfume de esponsales,
         Y el alcanfor, perfume de mortajas.
 
         Dicen que soy tu montura.
         Si de ti salgo al campo montada,
         A tu poder me acomodo:
         Como una flecha corro cuando metes tu espuela,
         Y me detengo cuando tú te detienes.
 
         <<Dueño mío –me dice mi amigo-,
         Cambia, hijito, de amor.>>
         <<Cómo hacerlo, si tú eres mi mundo
         Y mi tiempo de flores?
         ¿Por qué dices que yo soy tu dueño?
         Esa palabra sobra.
         Dime sólo cariños y arrullos;
         Hazme sólo arrumacos.
         Lo que quieras  quitar de respeto,
         Me lo añades de amor.
         Aún con leche en los labios, no tengas
         En el pecho alquitrán.>>
 
         Mi corazón –cantaba-  a pesar del invierno,
         Con el amor y el vinillo palpita.
         No he de atrancar la puerta de mi casa
         Por si quien yo me sé viene esta noche.
 
         Por la boca entra el licor que me embriaga
         Y entra el humo venturoso del hachís.
         Pero los restos del vino salen por una espita que no nombro
         Y los restos del humo son sólo risas y humo.
 
         El vino y el hachís son las muletas
         En que me apoyo; de agradecer son ambas;
         Pero la del vino me traba los pies
         Y la del hachís me proporciona alas.
 
         Ay, jilguero, ay, jilguero,
         Pósate en la rama de mi cuerpo,
         Brinca sobre ella y trina,
         Balancéate y canta y haz tu nido en mi pecho,
         Que ya no puede servir para otra cosa.
 
         Desde mí te dan albricias, al orto y al ocaso,
         Las bocas de la dicha, de la amistad y el gozo.
         Arriba se despliega la cúpula excelsa; nosotras somos sus hijas;
 
No obstante, me cabe a mí más gloria y más honor,
         Porque soy el corazón y ellas los miembros,
         Y del corazón sacan  su fuerza el alma y el espíritu.
 
         Si mis hermanas son los signos del Zodíaco,
         En mí y no en ellas es donde el sol esplende
         -decía, en efecto, la inscripción_
         Mi señor Yusuf, valido de Dios, me ha revestido
         Con galas de honor y de honra incomparables.
         Me convirtió en el Trono del Reino, cuya gloria
         Custodian, por la luz, el Asiento y el Trono celestiales.
 
         Los secretos del amor sólo están en la mirada.
         Unos bellos ojos ves que un hechicero creó,
         Y cuando se van, se llevan tu corazón y tu dominio.
         Tu corazón has de ver maniatado y en prisión.
 
         Si vieras cómo es de guapo
         El mozuelo que yo quiero.
         Tiene unas largas pestañas
         Semejantes a saetas,
         Y en los labios, una rosa;
         Pero no alargues la mano;
         Con la boca hay que cortarla.
 
         Maravíllate _dice el poeta_ del que siente que le arden las entrañas
         Y se queja de sed, teniendo el agua fresca en la garganta.
 
         La mano del amor nos ensartó para la alegría;
         Nosotros éramos las perlas, y el deseo era el hilo.
 
         Tus ojos no han dejado en todo mi corazón
         Sitio sin agujeros; como un dedal lo tengo.
         Mi dolor es la almunia donde tú te diviertes;
         Mis ojos, las albercas; una acequia es mi cara.
 
         Mientras la fiesta es tuya, mi corazón se rompe.
         La noche era indecible y era nuestra.
         Pero, como me habías besado a mí al llegar,
         Tú besabas, copero, a todo el mundo.
         Tú besas en la boca, copero, traidor mío…
         La noche se volvió en mi contra como una oscura espada.
         La noche, ardiente y casta,
         Lo mismo que una espada puesta al fuego.
 
         Entretanto, le robo a la amistad tus besos,
         Y con el codo empujo mi soledad a un lado.
        
         Entre tus manos se devana
         Una madeja de todos los colores;
        
         Fuera, llueve sobre Granada.
         La noche da de beber a los jardines,
         Lo mismo que tú a mí;…
 
         El amor no es un huerto, ni un palacio.
         Ni es la gloria, ni el oro, ni el olor de las flores.
         No es la puerta del Paraíso,
         Ni la canción risueña de los días felices, si es que hubo alguno.
         El amor no es un oasis, ni una torre de plata,
         Ni una alegre palmera en medio de la noche.
 
         Tu voz es mi casa, cantor;
         Mala o buena, es mi casa.
         El alba junto a ti
         Es lo mismo que un niño
         Que pela una naranja.
         Sus mondaduras es lo único que tengo
         Para vivir de ahora  en adelante.
 
         …Voy hacia ti igual que quien camina de espaldas y tropieza.
         Te miro, y eres como arena en mis ojos;
         Te toco, y se desprende de mis dedos la piel.
         Al verte comprendí que mi amor
         No iba a ser más pequeño que yo.
         Yo soy mucho más grande que tú, copero, amigo mío,
         Porque te llevo dentro y no puedo encontrarte.
 
         Para tus herederos no hay herencia; ni trino, ni arrayán,
         Ni limpia sombra, ni agua alegre.
         Los cuervos te parecen, desde abajo,
         Las aves de la misericordia.
                                                                                     BOABDIL
                                                                  (Elegía de Almutamid)