domingo, 20 de mayo de 2018

SINTECHO, DE MIGUEL TORRES LÓPEZ DE URALDE


Por Francisco Torres Domínguez
Para conversar sobre  esta novela hemos tenido la suerte de contar, por segunda ocasión en el club de lectura, con  la presencia del autor, Miguel Torres. Le hicimos cuantas preguntas se nos ocurrió sobre su novela y sobre su mundo creativo en general. Preguntas a las que Miguel respondió de forma sencilla y esclarecedora. Pasamos un rato muy agradable.
La novela:
Es una obra que prácticamente gustó a todos los presentes. No hubo que hacer ningún esfuerzo de cortesía por la presencia del autor.
Sintecho está narrada en dos planos narrativos independientes, ambos en primera persona.
Primer narrador, un indigente que “vive” en un coche abandonado en la calle, aunque más que abandonado habría que decir estacionado de forma permanente. Coche, un opel meriva, que también tiene gran protagonismo en la historia.
Segundo narrador, un joven que, a comienzos de la obra, rompe con su prometida, con la que está a punto de casarse, aduciendo que quiere dedicarse a escribir una novela. Esta decisión supone dejar totalmente  su vida actual, él trabaja en la pequeña editorial de su futuro suegro. Termina viviendo en un piso vacío, el suyo, que es todo lo que le ha quedado tras llevarse su novia todos los muebles, menos los de la cocina, que ella había comprado.
El tiempo va pasando y no comienza a escribir la novela soñada, pero sí empiezan a surgir los estragos de vivir en el abandono físico y mental.
A partir de este planteamiento inicial, la novela adopta un modo narrativo propio de las novelas policiales, aunque no lo sea.
Un día se fija en el coche abandonado frente a donde él vive, el opel tiene todos los cristales tapados con periódicos desde el interior.
 En una primera “inspección” al coche descubre, casi accidentalmente, que hay una persona viviendo en él. Tal vez por la similitud con su forma de vida, o porque no tiene otra cosa que hacer, comienza a interesarse por el  autoinmóvil y su habitante.
Tras varias visitas inspeccionadoras  al opel, cuando el indigente no está, se hace con un dossier de recortes de periódicos que puede relacionar, así lo cree él, al morador del coche con la desaparición de una niña, hija de unos turistas alemanes, en una playa de Nerja.
Movido por sus sospechas comienza una “investigación”  que lo lleva a encontrarse, ayudado por otras pruebas que reúne por el camino, con la mujer del indigente. Esta lo utiliza para sus propósitos, como aquellas femme fatale de las antiguas novelas negras que usaban a los detectives.
En el otro plano narrativo Julio, el indigente, va contestando (eso creemos los lectores) en sus deliberaciones a las preguntas que se hace  el segundo narrador, el aspirante a escritor metido a detective.

Todo conduce hacia un magnifico final abierto- entre comillas-; cosa, lo de un buen final, que pocas novelas consiguen.
Al final, el escritor en ciernes, termina escribiendo su novela, pero de forma muy distinta, seguramente, a lo que el imaginaba sería escribir una novela. (Pero esto ya son conjeturas de lector).
Novela muy recomendable (a mi parecer) así como el autor.  Personalmente es la cuarta obra que leo de Miguel y ninguna me ha decepcionado.