lunes, 24 de febrero de 2020

Siri Hustvedt: El mundo deslumbrante


        Por Pepe de la Torre

     No hubo unanimidad en la sesión del Club de lectura de la Biblioteca Cristóbal Cuevas. Es de esperar que los que sostuvimos el acierto de haber propuesto esta novela en la programación, hayamos ofrecido las razones suficientes para,  al menos, estar satisfechos todos con el debate que ha suscitado.

          Cabe empezar brevemente por el argumento: La artista Harriet Burden, esposa del marchante Félix Lord y anfitriona de la élite del arte en Manhattan en vida de aquél, al quedar viuda siente que a pesar de su privilegiada posición su talento nunca ha sido aceptado. Convencida de que su condición de mujer es uno de los factores de esta falta de reconocimiento, concibe una estrategia para alcanzar visibilidad, y poner de manifiesto que es un caso más de la amplia lista de mujeres artistas que la historia ha ocultado.

      El libro está estructurado tomando fragmentos de los “cuadernos” de la protagonista (sus diarios, pero también reflexiones sobre filosofía, arte, cine, literatura… ) intercalados por entrevistas a modo de investigación u opiniones por escrito del amplio elenco de los  personajes secundarios  (hijos, pareja, amigos, artistas, críticos de artes, …  ). El título está tomado de una obra homónima de Margaret Cavendish, primera novela de ficción de una mujer del siglo XVI.

      Aparte del acierto de este amplio mapa de intervenciones, que facilita un ritmo de lectura más flexible, hay que destacar la riqueza de la descripción de los personajes y la credibilidad de sus  aportaciones. Llegan a ser tan convincentes que asombran al lector respecto a su  carácter ficticio, y éste busca una y otra vez referencias históricas en las que la autora se haya inspirado.

     Adentrándonos en el análisis,  el relato está repleto de continuas referencias históricas y filosóficas. Harriet está concebida como un personaje sobradamente intelectual. Al morir su marido cae en depresión, pero en breve, haciendo uso de sus lecturas y conocimientos hace un esfuerzo por reinventarse. Kierkegaard le anima a forjar su “personalidad poética”, única, irrepetible y libre. Husserl le despierta la empatía y abre las puertas de su casa a creadores marginales.

     Desinhibida y liberada, Harriet recuerda a Óscar Wilde - “El hombre es menos él mismo cuando habla por sí mismo. Dadle una máscara y os dirá la verdad”-,  y decide aprovechar las potencialidades de desdoblarse en subjetividades múltiples, ocultando su trabajo artístico sucesivamente tras la figura real de tres jóvenes artistas varones, a través de los cuales consigue el éxito que iba buscado. Con cada máscara consigue crear “un mundo deslumbrante” diferente, del mismo  modo  que Pessoa se revela de modo diferente con cada uno de sus heterónimos, o la protagonista de Fantomina de Eliza Haywood es seducida de distinta forma según su disfraz. En palabras de la psicóloga Rachel Briefman, su amiga confidente, Harry (Harriet) no solo buscaba dejar en evidencia los prejuicios, sino que también pretende investigar la dinámica en la percepción en sí misma a través de las diferentes máscaras. El dominio que la autora tiene en el ámbito de la neurociencia queda patente en este juego de artificios. 


     Los rasgos eruditos del relato no suponen una ausencia de  párrafos llenos de ternura y delicadeza. Así podemos calificar las escenas en las que la protagonista interactúa con su nuevo amante, Bruno Kleinfeld, un poeta fracasado, que le mantiene un terreno firme bajo sus pies cuando ella se deja llevar en exceso por su imaginación desbordante. También en este sentido muestra las relaciones incondicionales con la hija y con el hijo, ambos con fuertes personalidades, tan diferentes, pero fieles al lazo que les une. También son entrañables los vínculos que establece con otros personajes tan singulares como la hippie Sweet Autumn Pinkney  o el neurótico Barómetro, único miembro fiel a la comuna en que se ha convertido su casa.

     La autora nos ha ofrecido un desfile de mundos deslumbrantes a través de un mosaico de vidas más o menos desestructuradas. La lectura cooperativa nos da la oportunidad de atrevernos con lecturas que seguramente no hubiéramos seleccionado por propia iniciativa, pero que nos aportan algo más en nuestro siempre limitado conocimiento de la naturaleza humana.

miércoles, 12 de febrero de 2020

Yo serví al Rey de Inglaterra, de Bohumil Hrabal

                 Por Gema García Rodríguez

     En YO SERVI AL REY DE INGLATERRA de BOHUMIL HRABAL Jan Dite nos hace un relato autobiográfico de lo que ha sido su vida.

     Con cierto orden cronológico, desde un lugar situado en la frontera de su país donde vive en un exilio “forzoso” o “voluntario” en condiciones de una dureza extrema, nos cuenta sus experiencias amorosas, profesionales, las personas que conoció en el camino, sus recuerdos de lo que le sucedió en esos años...

     A través de su relato podemos ver a un Jan Dite que pasa toda su vida obsesionado por hacerse rico y ser una persona respetada y admirada por su dinero.

     Nuestro protagonista resulta ser una persona “ muy flexible en sus principios”, sin ideales, sin moral y con una increíble capacidad “ para adaptarse a todo”. Es codicioso, ambicioso, calculador, ingrato, frío, materialista.

     A lo largo de la novela vamos conociendo los acontecimientos ocurridos en su país (Checoslovaquia) durante este tiempo ( ocupación y derrota del régimen nazi, implantación del comunismo…) pero bajo su perspectiva. Nos cuenta el contexto histórico de una manera fría, desde una distancia emocional, parece que los acontecimientos no le afectan, la trágica realidad que le rodea parece que le pillara de lejos. Él vive centrado en sí mismo.

     Nos preguntamos y nunca llegamos a estar seguros si Dite es un “cortito” o un “listo” que siempre sobrevive bien en las mas dramáticas situaciones. Se le amontonan las casualidades,“ Los astros se configuran” y a él siempre le tocan las circunstancias adecuadas que acompañadas con las decisiones apropiadas hacen siempre que caiga en el bando correcto. Él “parece no darse cuenta” de que es un traidor, aprovecha las oportunidades que se le presentan y solo piensa en su objetivo que es hacerse rico ( incluso durante la guerra ). Como él dice “su suerte ha sido siempre tener mala suerte”.

     Un relato que a veces nos parece divertido, con un humor en ocasiones casi surrealista y del que podríamos pensar de vez en cuando que “ pasa las lineas rojas” por la forma de relatar tan trágicos acontecimientos, pero que nos mantiene interesados, nos entretiene, nos incita a seguir leyendo y nos provoca a veces risas y a veces tristeza.

     Una narración en forma de un largo monólogo, con un ritmo ágil y constante pero denso, hilvanando una cosa detrás de otra sin apenas separación de párrafos ni diálogos (en la que algunos echamos de menos más puntos y aparte), que sin embargo resulta fácil leer y avanzamos en la lectura casi sin darnos cuenta.

     Como nos ocurre con otros protagonistas, Dite no se gana nuestro cariño, nos cuesta empatizar, aunque a veces nos hace gracia no nos alegramos verdaderamente de sus triunfos y algunas cosas que le ocurren. No nos fiamos de él.

     Al final de la novela vemos un contraste entre la ambición que ha guiado su vida y la resignación al final de ella. Vemos al final un Dite atrapado en sí mismo, resignado, en absoluta soledad, en cierta comunión con la naturaleza que le rodea; en la pobreza pero que con serenidad ha aceptado sus circunstancias finales y no parece lamentarse.

     El autor (Bohumil Hrabal) a través de su protagonista (Jon Dite) no da opiniones, no hace interpretaciones, no nos plantea dilemas morales, sólo nos cuenta las cosas como le ocurrieron para que hagamos nuestras propias reflexiones sobre lo que nos cuenta y aprendamos de esta historia que podríamos considerar una crítica contada de forma irónica y sutil donde como decía Dite “ Lo increíble se hace realidad “
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