No hubo unanimidad en la sesión del Club de lectura de la Biblioteca
Cristóbal Cuevas. Es de esperar que los que sostuvimos el acierto de haber
propuesto esta novela en la programación, hayamos ofrecido las razones suficientes
para, al menos, estar satisfechos todos
con el debate que ha suscitado.

El libro está estructurado tomando fragmentos de los “cuadernos” de
la protagonista (sus diarios, pero también reflexiones sobre filosofía, arte,
cine, literatura… ) intercalados por entrevistas a modo de investigación u
opiniones por escrito del amplio elenco de los personajes secundarios (hijos, pareja, amigos, artistas, críticos de
artes, … ). El título está tomado de una
obra homónima de Margaret Cavendish, primera novela de ficción de una mujer del
siglo XVI.
Aparte del acierto de este amplio mapa de intervenciones, que
facilita un ritmo de lectura más flexible, hay que destacar la riqueza de la
descripción de los personajes y la credibilidad de sus aportaciones. Llegan a ser tan convincentes
que asombran al lector respecto a su
carácter ficticio, y éste busca una y otra vez referencias históricas en las
que la autora se haya inspirado.
Adentrándonos en el análisis, el relato está repleto de continuas referencias
históricas y filosóficas. Harriet está concebida como un personaje sobradamente intelectual.
Al morir su marido cae en depresión, pero en breve, haciendo uso de sus
lecturas y conocimientos hace un esfuerzo por reinventarse. Kierkegaard le
anima a forjar su “personalidad poética”, única, irrepetible y libre. Husserl le
despierta la empatía y abre las puertas de su casa a creadores marginales.


La autora nos ha ofrecido un desfile de mundos deslumbrantes
a través de un mosaico de vidas más o menos desestructuradas. La lectura
cooperativa nos da la oportunidad de atrevernos con lecturas que seguramente no
hubiéramos seleccionado por propia iniciativa, pero que nos aportan algo más en
nuestro siempre limitado conocimiento de la naturaleza humana.