CARTA DE UNA DESCONOCIDA de Stephan Sweig
Hola
a todas y todos. Pepe, lo primero es agradecerte que podamos acceder por este
medio para dar nuestra opinión sobre el libro de este mes.
Vaya
por delante que Stephan Sweig, es uno de mis autores preferidos porque cuando
lees uno de sus libros siempre quieres más. Puede que en la actualidad su prosa
le resulte a algunos demasiado descriptiva, pero su forma precisa y elegante de
narrar enseguida te atrapa para su legión de incondicionales.
Carta
de una desconocida nos cuenta una historia de amor nada corriente. Es el
sentimiento extremo de una niña que crece con ella hasta hacerse mujer. El
tiempo y los acontecimientos de su vida no alteran la fidelidad a ese amor
obsesivo y no correspondido, que no acosa ni pide nada. Espera con una
paciencia infinita a que, al menos, la reconozca como mujer. Para ella, ese
sentimiento está por encima de todo: hijo, familia, economía, amantes
pasajeros… El objeto de ese amor es un escritor de éxito y seductor nato: un
hombre que conquista y olvida. Que vive la pasión del momento, sin ataduras.
En
nuestro siglo XXI quizá podría parecer irreal la forma entregada y desmedida del
amor que siente la protagonista. No es una historia romántica al uso, ya que la
habilidad narrativa del autor no le hace incurrir en juicios de valor sino que
expone los personajes a través de sus hechos; si son o no irracionales, somos
los lectores quienes lo decidimos. Sin llegar a esos extremos, ¿qué amor no
tiene un punto de locura?
La
forma epistolar del relato me parece muy acertada: una confesión en una
larguísima carta donde la enamorada se
abre en canal, aunque repite varias veces que no le reprocha nada, que solo
quiere contarle su historia y sentirlo a su lado, al menos, en su final.
Está
considerada una de sus mejores obras y presencialmente daría para un debate
interminable. Ojalá podamos escucharnos de viva voz el próximo encuentro. Espero
que estéis todo lo bien que se puede en estos momentos.
Un
abrazo virtual muy grande para Pepe y los compis de este club de lectura ajeno
al desaliento.
Esperanza Liñán
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