Señora de rojo sobre fondo gris es quizá el libro más intimista de Miguel Delibes. En un monólogo va desgranando la historia de amor que ha compartido con su esposa Ana, fallecida a los 48 años. Como personaje protagonista crea a Nicolás, un pintor de renombrada fama, que a la muerte de su mujer le relata a su hija Alicia, los pormenores de la enfermedad y fallecimiento de su compañera de vida. En este trayecto de asimilar la pérdida no deja de lado la situación cultural y política del país.
En el
desarrollo de la novela también se detiene en detalles cotidianos que en su
momento no tuvieron importancia, pero tras la ausencia de esa mujer que fue su
guía, cobran toda su relevancia. Es una novela de amor y admiración, pequeña en
extensión pero inmensa al describir el dolor por la ausencia de su ser más
querido. Un homenaje, a través de las palabras, para quién fue el timón de su
existencia. Quizá las palabras que nunca le dijo, como suele suceder. Eso que
siempre se nos queda en el tintero de los sentimientos cuando perdemos a quienes
más queremos.
Una
muestra textual de lo que encontramos en sus páginas:
Cuando alguien imprescindible se va de tu
lado, vuelves los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad, porque
los vivos, comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales.
Sé que muchos llaman a este
proceso, gestionar
la pérdida de un ser querido. Personalmente, no creo
que el verbo gestionar
deba unirse en una frase a: la pérdida de un ser querido. Por muy actual que
sea esta expresión, me chirría como una bisagra oxidada. Los sentimientos duelen,
se piensan, los asimilas, cada uno a su ritmo, pero nunca se gestionan como un
trámite.
Esta no es solo una
novela de amor, sino también de ausencia. Un tributo al recuerdo de la mujer
amada a través de lo cotidiano. Es romántica, sin caer en el romanticismo
clásico, y conmovedora por la sensibilidad de su narrativa. Consigue
involucrarnos en sus certezas y miedos ante la vida después de perder a un gran
amor.
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