jueves, 28 de noviembre de 2013

Zoe Valdés y Dora Maar


Muy ameno fue el encuentro de  Zoé Valdés con los clubes de lectura de la Red de Bibliotecas Municipales, en torno a su libro “La mujer que llora” que obtuvo el  Premio Azorin 2013.
La novela trata de la vida de Dora Maar, artista surrealista, y una de las llamadas “mujeres de Picasso”. Dora convive con Picasso durante diez años turbulentos, plasmados en multitud de retratos en los que, a partir de un momento dado, aparece llorando, y que progresivamente  va pareciéndose a un monstruo llorón.  Al final de esta  relación Dora se aísla en su apartamento y en su religión (“... después de Picasso, Dios”).
La autora en su libro plantea una trama ficticia, que consiste en descubrir el por qué del aislamiento, que se produjo concretamente tras un viaje a Venecia con  James Lord y Bernard Minoret, ambos estrechamente ligados al entorno de la pareja. Sin embargo la impresión general es que esta trama es una excusa, ya que la obra va por otros derroteros.
Zoé, como mujer escritora contemporánea, busca el personaje femenino, y construye en sus historias un  modelo de mujer propio. Esta es la coincidencia esencial entre otros de sus libros anteriores (véase La nada cotidiana) con esta obra, aunque echamos en falta el halo poético de aquellos frente al tono más prosaico de esta, quizás invadida por las referencias históricas.
Algunos nos imaginábamos a Zoé vestida de su personaje y que, llorona como tal, nos iba a regalar una sesión plagada de “letanías”, término que ella repite refiriéndose a una forma de expresarse más pasional que racional, y que tiene que ver con el título de la novela. Teníamos una idea errónea sobre la autora, motivada quizás por alguna alusión en su relato que nos predisponía a ello (“mis lágrimas las he convertido en palabras escritas”), por su condición de exiliada y su militancia opositora al régimen cubano, y por algunas de sus intervenciones en medios de comunicación y redes sociales.
El encuentro modificó mi imagen sobre la escritora pero confirmó mi sospecha sobre la obra. La autora ha reconstruido al personaje histórico femenino y no podemos calibrar su equivalencia con el real. Sin aparente deformación exagerada la ha mimetizado a su modelo propio de mujer. Zoé, cuyas novelas siempre parecen reflejar algo autobiográfico, repite el esquema una vez más. 
Pensando en esta ligazón, se me ha venido a la cabeza aquel otro diálogo literario entre autor y personaje que concluye de la siguiente forma:
- “No será, mi querido don Miguel que sea usted, y no yo, el ente de ficción... No será que usted no pase de ser un pretexto para que mi historia llegue al mundo”.
Es la protesta de Augusto, el personaje de Niebla, cuando al final de la novela se encuentra con su autor, Unamuno, y este le revela que no es real, sino producto de su fantasía.
En “La mujer que llora”, más que encuentro hay pura simbiosis entre la autora y su personaje. Dice Zoé que “me conmueven las mujeres que se aíslan”, e incluye dentro de la propia narración el proceso de documentarse para descubrir la razón acudiendo a paisajes y personajes. Pero desde mi punto de vista pasa muy por encima sobre un dato crucial que yo creería explicativo del desenlace, como es el más o menos significativo grado de locura de la protagonista.
Ante la ausencia de más datos objetivos tras la clausura, Zoé tiene campo abierto para reinventar a su heroína, hacerla su amiga, concebir una complicidad casi adolescente entre ambas, idear un vínculo emocional y urdir un encuentro solidario trascendiendo todas las dimensiones.
En esto consiste la literatura y por eso nos atrae.
Pepe de la Torre

4 comentarios:

  1. Gracias Pepe, por el resumen de lo que fue la entrevista a Zoe, una de mis escritoras favoritas. Me sorprendio lo cercana que estuvo con los lectores, aun siendo un personaje tan famoso, conozco a traves de internet que es una mujer comprometida con su pais. Por otro lado Rafael Anglada, no me hizo mucha gracia que digamos. Fue una tarde, emocionante y dificil de olvidar. Saludos. Eugenia

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  2. Bueno , el libro no me enganchó lo suficiente, creo que por su forma de contar la historia, me distraía con facilidad esto es síntoma de que me aburría y la mente se dispersaba, pero me ocurrió lo contrario cuando la oí, me sorprendió gratamente, interesante , amena , simpática,y muy natural en fin que agradecí haber estado allí y conocerla.En cuanto a Picasso , tendremos que hacernos mirar (las mujeres) como atraía tanto, cuando era un verdadero patán , conforme iba leyendo la novela más me repugnaba. En fin que hay gente pa to. Besos

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  3. Hola Eugenia. Si eres admiradora de Zoé deberías haber hecho tú la reseña. Te toca la próxima.
    Hola Rosa. Yo también creo que en esta novela engancha más el tema que la forma en que es narrado.
    Saludos a las dos

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  4. Totalmente de acuerdo de que fue una grata sorpresa la cercanía de Zoé Valdés con sus lectores. Yo también esperaba un discurso mucho más emocional, en consonancia con la novela, pero por suerte aprendimos mucho sobre Picasso y su equilibrio vital entre buenas y malas obras.

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