lunes, 16 de junio de 2014

EL PIANISTA DEL GUETO DE VARSOVIA.

En el club de lectura tuvimos la oportunidad de compartir uno de los más conmovedores testimonios del Holocausto, como es “El pianista” de Szpilman. Narración popularizada por el film de Roman Polanski (él mismo también un superviviente del exterminio judío), había permanecido desconocida para el gran público a pesar de su temprana publicación en Polonia poco después del fin de la guerra (lo que convierte este libro en uno de los testimonios más tempranos). Su difusión en todo el mundo a partir de 1998 (después de que el film “La lista de Schindler” oficializara la tragedia del Holocausto como un referente al horror en la cultura popular) dio lugar a una bien merecida admiración.

Los lectores ya están bastante familiariazados con los testimonios y las narraciones de ficción ambientadas en el exterminio de los judíos, y con esto se corre el riesgo de que todo acabe trivializado como una especie de recurso morboso del mundo del espectáculo (casi como las películas de vampiros), y por eso se agradece un libro como el de Szpilman. Alguien mencionó que la lectura de este testimonio, a pesar del horror que refleja, también comunica paz y esperanza. No tanto por el final relativamente feliz (la supervivencia) o por la aparición del personaje real de un hombre honesto incluso entre quienes fueron forzados a convertirse en verdugos (el oficial alemán que salva a Szpilman), sino porque el narrador, un músico, un profesional de la belleza, no demuestra odio ni rabia que lo autodestruya psíquicamente: lamenta, sufre, compadece y recuerda, pero no se vé degradado por el embrutecimiento. La narración fluye con sencillez y precisión. Los hechos, el dolor del que forma parte de ellos, el ser humano que los vive, todos forman parte de una cierta armonía. Se percibe la honradez y la humildad del que cuenta su historia. No se da aquí aún esa solemnidad oscura, trágica, solemne y rabiosa, en absoluto ilegítima, de quienes han venido después. Y la diferencia aporta la originalidad no menos necesaria de este testimonio.

El efecto es incluso mejor para quienes han visto la película, porque Polanski captó perfectamente el tono del libro y su significado, añadiendo oportunamente tanto la música, imprescindible en este caso en particular, y las imágenes de destrucción y abandono.
Francisco Martín.

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