Cuando
supimos de la publicación del libro de Vicente Prieto vimos que era el momento
adecuado para su reencuentro con Málaga.
El
pasado 17 de octubre estuvo en la biblioteca presentando el libro, que refleja
diversos momentos y escenarios de su vida: Figueruela de Arriba (su cuna, a la
que dedica un prólogo entrañablemente poético), Málaga, Bélgica, África,
América, el crudo ambiente de la fábrica y el sereno retiro de los montes, el
contacto con los clochards centroeuropeos, con las víctimas ruandesas, con los
que sueñan en montarse en una patera o morir en el intento. ... Es un libro de
vivencias, de poemas, pero también de oraciones.
¿Por
qué presentarlo en una biblioteca pública? Porque allá por los años 70 su autor
quiso salir de una iglesia enclaustrada y, a pecho descubierto en un barrio
periférico, comprometerse a favor de una mayor justicia social. Porque estuvo
quince años trabajando en una fábrica y participó en el movimiento sindical.
Porque en el momento crucial de la transición, fue uno más en los movimientos
de base que propiciaron el cambio social.
Hoy,
una institución laica, como es esta biblioteca, le abre sus puertas en
reconocimiento a su trayectoria vital.
A
continuación reproducimos un resumen del prólogo y una muestra de su poesía:
Prólogo
Figueruela está
asentada a lo largo de una suave ladera, en línea horizontal con la larga loma
que lo protege de las inclemencias de los vientos y fríos del norte, al mismo
tiempo que recibe la caricia del sol, desde la mañana hasta el atardecer.
Oscuros bosques de encinas y
robles dominando el paisaje. De cuando en cuando, el verde más claro y
brillante de los bosques de pinares. Y el campo de Gallegos. Lo demás es luz y
horizonte lejano...
El agua del río, en su
continuo fluir, a veces ríe, a veces canta. Juega la luz en su cristal, y hasta
parece que el alma misma se ve reflejada
La tarde iba cayendo. Desde los alto de la montaña el sol
poniente aparecía envuelto en un arrebol purpurino que tenía de paz todas las
cosas. El día, pensó, se duerme entre mis brazos. Y abrió los brazos en cruz
como queriendo abrazar todas las cosas, toda la creación...
Las campanas de la
iglesia sonaban pausadas llamando a la oración de la tarde. Una mujer, vestida
de negro, con un perro a sus pies, conducía su rebaño de vuelta hacia la aldea.
La estampa era idílica, tan ajena y
lejana a las tardes de la ciudad locas de ruido y de prisas. “Dios es y está”,
tuvo esa sensación. Dios es... como esa pastora cansada y fatigada que cuida su
rebaño...
La fábrica es un templo
donde se reza a Dios
con el duro trabajo.
El sudor es la oración.
Vestidura sagrada el traje de labor
Sobre el altar de la máquina
estamos completando la oración
Igual que tú, querida hermana mía,
he abierto mis ventanas
para que entre la luz
y el aire puro
He derribado muros, cortapisas,
señales de Stop y prohibiciones.
Soy un hombre para el mundo,
un hermano de todos, un cuerpo
único, por donde corre la sangre
de todos los nacidos, un solo
cuerpo, un solo corazón. La encrucijada
de todos los caminos, bebo
de lugares remotos. Comulgo
con todos los humanos, su aire
me renueva y vivifica, los acojo
asombrado, agradecido, y viajo
a todos los rincones de la tierra,
a los confines del mundo
destellante. Ha llegado la hora
del tiempo de la luz
de la alegría.
Un tiempo
nuevo
estamos estrenando
estremecidos.
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