Desde hace décadas, Londres es un ejemplo de convivencia de muchas culturas, lo cual no siempre es sinónimo de armonía entre todas ellas, ya que a veces viven segregadas en sus propias zonas, que son como una pequeñas muestras de sus propios países. Es el tributo que la ciudad tiene que pagar por haber sido capital de uno de los imperios más extensos de la historia, que abarcaba media África, la India, Australia, Canadá y numerosas islas en todos los mares del mundo.
Si hubiera que definir con una sola palabra a Dientes blancos, podríamos decir que se trata de una novela multiétnica. Sus personajes reflejan la riqueza cultural de la capital británica y los problemas de integración de muchos de sus componentes, cuya existencia oscila entre el respeto de la propia tradición y costumbres religiosas y la asimilación a la metropóli (fenómeno que se da más bien en las generaciones más jóvenes), provocando conflictos entre padres e hijos. Es la visión del mundo de la joven (publicó esta novela con veinticinco años) y observadora Zadie Smith, tal y como lo expresa en una entrevista publicada en El Cultural:
"No es que me guste
mezclar razas, sólo intento expresar el mundo tal y cómo lo veo. No sé
lo que ocurre en España pero aquí cada vez que coges el autobús o el
metro, cada vez que andas por la calle, todo es mezcla. Sólo procuro
representar el mundo tal y como se me aparece. No creo estar haciendo
nada original. Así es el mundo en la mayoría de los lugares. Para mí es
muy extraño leer libros y constatar que todos los personajes son
blancos. Por la simple razón de que no conozco muchos sitios así. No sé
dónde vive esta gente. En cuanto uno sube a un avión, se da cuenta de
que el mundo no tiene nada que ver con este tipo de novelas. No estoy
haciendo ningún esfuerzo sino representar el mundo tal y como yo lo veo.
Y, honestamente, mi representación es bastante más simple que la
realidad. En cuanto uno pregunta a alguien de dónde es, resulta que
ninguno de sus abuelos es del mismo país, que la sangre está mezclada
desde hace tres siglos. Así es Europa.
(...)Sólo pretendo
mostrar las diferencias que existen entre un individuo y otro. Cuando
uno lee una novela nadie piensa “oh, mira, que diferente es este blanco
de este otro blanco”. Hay algo en mí que reivindica que la gente negra
existe de la misma manera que usted existe o que yo existo.¡Son
personas! Lo que intento hacer al escribir es introducir en la novela
hombres de otras razas como seres humanos. No como símbolos. No como
argumentos. No como parte de un artículo sobre la raza negra. Sólo como
personas. Sólo seres humanos que están en el mundo."
Reconociendo el indudable mérito que supone para una escritora tan joven construir una novela tan compleja, sí que hay que señalar que Dientes blancos adolece de algunas deficiencias, la principal de las cuales es su extensión. Se trata de una narración con demasiados personajes, descritos con pinceladas muy precisas y efectivas, pero sin la profundidad suficiente como para empatizar con ellos como lector. Además todos ellos intentan ser graciosos y caricaturescos, en un intento de que la novela no se convierta jamás en un melodrama, sino en una lectura lúdica y divertida. Otro de los problemas es que Smith trata demasiados asuntos, todos ellos de gran calado: la inmigración, el colonialismo, la Segunda Guerra Mundial, las relaciones paterno-filiales, los límites de la investigación científica... y también el islamismo radical, descrito con demasiada tibieza, más como un grupo de gente excéntrica, que como la amenaza que percibimos hoy. Claro que la novela está escrita antes del 11 de septiembre. Es muy posible que si llega a publicarse después, la visión de los islamistas hubiera cambiado.
En suma, una novela bien escrita, divertida a ratos, multitemática, pero también demasiado ambiciosa, cuya lectura debe realizarse con la mayor continuidad posible, para no perder el hilo de tantas situaciones (incluyendo episodios del pasado) y personajes. Lo mejor: un final donde confluyen todos los protagonistas y reconcilia un poco al lector con el esfuerzo que ha tenido que realizar para llegar hasta ahí, porque aprecia en toda su complejidad la lógica interna de la narración.
De acuerdo con el artículo. Aunque, por otra parte, como los protagonistas parecen bastante felices, no se entiende a veces que se diga que las minorías étnicas en las grandes ciudades buscan, a modo de defensa, aferrarse más a su propia identidad particular. Yo creo que la gente feliz no se preocupa por esas cosas. Recordemos cómo, viviendo en tiempos peores, las minorías en Estados Unidos o Argentina acabaron diluyéndose e integrándose en una comunidad más relajada. Uno pensaría que para poner ese empeño en aferrarse a la propia identidad se tendría que vivir más estresado, y eso en la novela no se nota.
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