En una primera parte
Natalia cuenta con un lenguaje sencillo lo que siente y lo que dicen los otros
jóvenes. Es como si la escritora hiciera cómplice al lector de ese baile de
juventud en una plaza en Barcelona. Nos hace sentir el ambiente de fiesta la
música y la luz a través de un lenguaje popular con frases cortas y
repeticiones.
Allí ha conocido a
Quimet y por él abandona a su novio e inicia una relación nueva, un noviazgo
que la va cambiando. Le cuenta al lector cómo poco a poco va dejando hacer,
deja su identidad, él le cambia el nombre, tampoco se siente dueña de su
embarazo.
En la segunda parte
hace un monólogo interior y se siente al margen de los acontecimientos de su
vida, sufre una pérdida progresiva de identidad y el foco de su vida ya no está
en ella sino que está fuera.
Recuerda el ambiente
de Abril en la 2º República, y ese olor y el brillo de la primavera se
oponen a los verdaderos problemas de la guerra. Ella ya no es Natalia, es
Colometa.
Los monólogos son cada
vez más largos. La vida cada vez es más difícil. Mientras el marido empieza a
participar en escaramuzas ella trabaja como asalariada en casa de ricos que le
hablan poco y pagan menos.
Hay una mujer que es
amiga y cómplice, Enriqueta, recogida por la suegra de Natalia, que hace lo que
puede por ayudarle en esa vida llena de responsabilidad. El cuidado de dos
hijos, el palomar, la guerra y luego la muerte de Quimet en la guerra la han
llevado a la desesperación.
En la tercera parte la
protagonista busca y encuentra los símbolos que ha ido enunciando la autora en
su obra.
Me parece llamativo
que en una novela tan bien narrada se pueda llegar a la identificación de la
protagonista con la autora y la lectora. A su vez es una obra que está cargada
de referencias al contexto histórico: se trata de una mujer que ha vivido su
época como pintora, escritora, actriz y es capaz de hacernos vivir la historia
tal y como la vivió ella.
Estamos en una ciudad
que se transforma a un ritmo acelerado. hay un ambiente que es una promesa de
libertad situada en el contexto republicano. De allí pasamos al esperpento de
una guerra y una postguerra. Asistimos a un giro de color donde la balanza se
inclina al negro y cuando ya no ve justicia en su vida, en su ciudad, en su
mundo, Natalia mira atrás, vuelve sobre los pasos que ha ido dando y se sitúa
para seguir adelante en su vida consciente.
Creo que lo más
llamativo de la novela es que estamos en una obra pictórica capaz de reunir
elementos históricos y costumbristas con tanta armonía que nos hace posible esa
identificación.
Inmaculada González
Cuenca
Me encanto el libro y la serie también la vi. Es sorprendente el espíritu de lucha de Colometa. A pesar del paso del tiempo, la mujer sigue siendo en cierto modo, una superviviente en este mundo incierto y cruel., un poco Colometa.
ResponderEliminarEugenia