POR JUAN TEBAR VALENCIANO
Primera de las cuatro novelas basada en la vida y el entorno de
dos amigas.
Se desarrolla en un barrio de Nápoles de los años 50 y en la que
los personajes aparecen marcados por sus orígenes (en la mayoría, humildes), y
donde muchas de sus ambiciones quedan enterradas por la
imposibilidad de poder desarrollarlas.
La narradora es Elena Greco (Lenú). Y su amiga estupenda es
Rafaela Cerrullo (Lila). Dos jóvenes, hijas respectivamente, de un conserje y
de un zapatero.
Su relación inicial pasa por diversos estados: desde la
indiferencia a la hostilidad, acabando siendo muy buenas amigas. Su vida se
basa en continuos actos competitivos. Ambas son magníficas estudiantes, y su forma de sobrevivir en el entorno
varía desde la agresividad de Lila a la timidez de Lelú.
Una vez que superan la enseñanza primaria, el entorno familiar
obliga a Lila a dejar los estudios. Su amiga los continúa con la protección de
su maestra, ya que consigue convencer a los padres para que le permitan
hacerlo. Y durante un tiempo, a pesar de trabajar en la zapatería con su padre
y su hermano (Lino), sigue tratando de aprender las mismas materias que
estudiaba su amiga. Siempre rebelde e inconformista con su vida.
Al llegar la pubertad empiezan sus relaciones con los chicos y al
final, Lila termina casándose con Steffano, el hijo de D. Achille. Tal vez
aceptó esa boda como una huida hacia delante y ayudar a su hermano a
montar un negocio de zapatos artesanales.
Es pues, un libro
sencillo, con unas historias propias de cualquier barrio humilde de esa época,
donde el carácter latino de sus personajes hace que sus reacciones sean un
continuo contraste, mezcla de lo histérico, lo cruel y sobretodo de lo
pasional.
También es de destacar las situaciones pintorescas y la necesidad de
relacionarse entre sí los distintos amigos. Y siempre bajo la incomprensión de
unos padres anclados en un pasado en el que las tradiciones son una losa para
mirar con optimismo el futuro.
La tarde huele a verano.
Aire caldeado revolotea sobre ejemplares silenciosos,
serenos. Hay que hablar de "La amiga estupenda", primera parte de una
tetralogía con ventas de vértigo, sin Elena Ferrante, a solas, fuera de tiempo
y espacio lineal de la historia; por extensión cultural, de la nuestra.
Preguntas apremiantes pululan sobre nuestras cabezas, nosotros,
lectores ávidos de saber, queremos descifrar qué esconden las negritas de
Ferrante.
A mediado del XX dos amigas, ¿amigas o dictadora y subalterna?,
muestran sus estados emocionales desde el punto de vista de la débil, apocada,
observadora Lenú. ¿Por qué una niña de primaria siente esa intensa atracción
hacia Lila: inteligentísima, fuerte, desapegada, con maldad de adulto en cuerpo
infantil? La autora lo oculta bajo ideas incompresibles de la edad. Debemos
creer que la inmadurez es eso echando mano a recuerdos primitivos.
Desmigajamos la trama: Lila, tirana, desaparece, Lenú, ligeramente
contrariada o no tanto, decide volver desde la última etapa de su vida a la
primera contando, a partir de una memoria ancestral, detalles no deformados por
el tiempo, ¿o sí?
La narradora nos sitúa en una Nápoles enmarcada en los cincuenta:
barrios pobres, casas de vecinos que se quieren, odian, ofenden, perdonan;
niños en las calles, su espacio de juegos y otras andanzas que, un instante de
magia, nos traslada a El Perchel, La Trinidad, El Molinillo… Cuántos recuerdos
antiguos saltan al aire cerrado de nuestra biblioteca. Comparamos conocidos de
ayer con personajes instalados en una Italia dispuesta a los cambios, no lejos
a nuestra España de entonces.
¿Novela coral?
Lenú dice seguir siendo amiga de Lila después de que esta haya
estrellado su queridísima muñeca contra el fondo de un sótano, ¿se puede
perdonar algo así? Además, Lila sobresale en cada una de las asignaturas de
curso, reconocimiento orgulloso incluido de la maestra ante todas a pesar del
mal comportamiento de la infanta, haciendo sentir a la cronista, en sus blandas
carnes, humillación de segundona.
Negando la evidencia, Lanú, se obliga desesperadamente a superar
semejante agravio sin posibilidad de alcanzar similares hazañas. Nos
preguntamos, mirándonos de reojo: ¿Quién de los presentes-ausentes no ha
sentido celos, envidia, rabia ante un compañero, compañera
"superior"?
Lila es para Lenú el embrujo que adopta lo inalcanzable.
Porque, ¿acaso sabemos lo que piensa Lila de Lenú y su lucha por
igualarla, o mejor aun, superarla? ¿De su propia familia, especialmente el
zapatero remendón que la saca de la escuela. De sus estudios en solitario. Sus
logros superlativos sin reconocimientos de docentes altamente cualificados? El silencio
mental de la napolitana queda enterrado o desviado hacia la segunda, tercera o
cuarta entrega de Ferrante, "Un mal hombre". "Las deudas del
cuerpo". "La niña perdida". Solo es cuestión de charle ganas al
asunto.
El marco histórico, a veces, parece el principal personaje por sus
descripciones, cercanía, entendimiento de sus costumbres; después de todo
Italia y España se asemejan bastante.
Durante 392 páginas vemos la evolución de las ¿amigas? desde los
seis a los dieciséis, sin nada extraordinario que nos haga llora, reír, soñar,
y es que, no nos engañemos, solo es una pequeña porción de tiempo
pastelero antes de acabar la fiesta en el último libro.
En un final abierto vemos una boda por todo lo alto para la
listilla sin títulos. El alcance formativo intelectual de la menos agraciada
por los dioses del saber. Otros asuntos menores asoman ligeramente. Así, la
autora, nos obliga a que ansiemos saber más, mucho más de las dos implicadas en
la trama, invitándonos bravamente no dejemos de leer, bajo pecado venial, el
segundo tomo de su tetralogía. ¿Quién da más?
Una tarde inolvidable por la gran cantidad de recuerdos personales
desparramados por las mesas de lecturas de Cristóbal Cuevas.
Un beso
Asunción
Se había convertido en uno de
los misterios culturales de nuestro tiempo, además de un fenómeno literario
internacional. Durante casi un cuarto de siglo, la autora de la saga napolitana
«Dos amigas» ha querido mantener su anonimato, escondiéndose bajo el seudónimo
de Elena Ferrante. Mientras, arreciaba la presión para descubrir su nombre
y hasta la revista «Time» la incluyó entre los 100 personajes más influyentes
de 2016. Pero solo se sabía que había nacido en Nápoles, como se informa en la
cubierta de sus libros. Entretanto, la autora iba concediendo numerosas
entrevistas por e-mail, con la mediación de sus editores italianos. Además, en
2003 publicó una enigmática autobiografía, «La Frantumaglia».
Pero, por fin, se ha descubierto que detrás
del seudónimo está Anita Raja, traductora que trabaja como «freelance» para
Ediciones E/O, la editorial italiana de Ferrante, y está casada con el
escritor Domenico Starmone, del que también llegó a
especularse que estaba detrás de la autoría. El rumor circulaba desde hace
tiempo, pero ahora una exhaustiva investigación, realizada por el suplemento
cultural del prestigioso diario económico «Il Sole 24 Ore», aporta pruebas
«documentales» (concretamente «datos financieros») para revelar su identidad.
En la investigación, llevada a cabo por el periodista Claudio Gatti, del
«Sole 24 Ore», y publicada de forma simultánea por el alemán «Frankfuerter
Allgemeine Zeitung», el francés «Mediapart» y la revista americana «The New
York Review of Books», analizan el «boom» de los ingresos de Ediciones E/O,
fundada en 1979 por Sandra Ozzola y Sandro Ferri.
Anita Raja es hija de una
judía de origen polaco que huyó del Holocausto y después se refugió en Nápoles.
Según la investigación, los ingresos de Raja han aumentado de forma llamativa
en los últimos años. Los pagos realizados por Ediciones E/O a la traductora han
aumentado un 150% en pocos años. En 2014, el balance registra ingresos por
valor de 3.087.314 euros, con un aumento del 65% en relación a 2013. Al año
siguiente, los datos son más significativos aún: el balance se cierra con
ingresos de 7.615.203 euros, alrededor de un 150% más que en 2014.
En total, la compensación económica que Anita
Raja obtuvo en 2015 supera siete veces a la que logró en 2010, cuando el éxito
de sus libros se limitaba a Italia y no se había publicado aún el primer
volumen de la tetralogía napolitana. Pero la investigación no se centra solo en
los ingresos de Raja. También da cuenta de sus posesiones inmobiliarias. En
2000, poco después de que el primer libro de Elena Ferrante fuera llevado al cine en
Italia, Raja compró un apartamento de siete habitaciones cerca de Villa
Torlonia, en una de las zonas más exclusivas de Roma. Al año siguiente, la
traductora adquirió una villa en Toscana.
Gatti mezcla, además, la pista financiera con
datos familiares. Por ejemplo, Lenú, la protagonista de la tetralogía «Dos
amigas,» era el nombre de una tía muy amada de Anita Raja, mientras Nino, el
nombre dado al gran amor de Lenú, es exactamente como se le llama en familia a
Domenico Starmone, marido de la traductora escritora.
Impacto
La revelación ha tenido gran impacto en Italia
y entre los admiradores de Ferrante. Un sentimiento predomina: conocer su
identidad no cambiará el juicio sobre su obra. «A los lectores no interesa la
identidad, sino la obra», manifiesta el escritor Erri De Luca, quien con tono polémico invita al
«Sole» «a desenmascarar a los evasores de impuestos en Italia». Descubrir quién
estaba detrás de Elena Ferrante se había convertido casi en una historia
policial. El «Corriere della Sera» publicó en marzo un estudio de Marco
Santagat, escritor, profesor universitario y crítico literario, experto en
Dante y Petrarca. ¿Su conclusión? Que Ferrante era Marcella Marmo, profesora de
Historia contemporánea en la universidad Federico II de Nápoles. La hipótesis
creó revuelo en el mundillo y Marmo pasó varios días desmintiéndolo.
Ahora, los interesados ni confirman ni
desmienten. La responsable de prensa de Ediciones E/O se ha
limitado a explicar que Raja es una simple traductora del alemán «freelance» y
«absolutamente no dependiente» de la editorial. Pero, obviamente, ese papel no
puede explicar los pagos realizados en los dos últimos años a Anita Raja.
Las cifras de la saga
La saga «Dos amigas» (compuesta por «La amiga
estupenda», «Un mal nombre», «Las deudas del cuerpo», y «La niña perdida») ha
vendido más de 33.000 ejemplares en España. Con todos sus libros, el primero de
ellos publicado en 1992, Elena Ferrante ha vendido 2,6 millones de ejemplares
en Italia, 1,6 en Estados Unidos y Canadá y 600.000 en Reino Unido.
Hasta ahora, nadie conocía la identidad de la
autora, salvo Sandro Ferri y Sandra Ozzola, dueños de Edizione e/o, la
editorial italiana que publica las obras de Ferrante.
Muy bien los dos gracias.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy buena y detallada reseña, Juan. Felicidades
ResponderEliminarEnhorabuena a Juan y Asunción por esta reseña tan completa y detallada del libro. Creo que es mejor que el propio libro. Todos estuvimos de acuerdo en que era "entretenida", pero poco más. A mi parecer, una historia con ínfulas de novela de "formación", que se queda incompleta si no leemos los otros tres volúmenes. Y aún así, dudo que cumpla con esa misión. A mí, no me han quedado ganas de intentarlo. Un fenómeno literario de ventas que no es nada nuevo bajo el sol de las letras... ¿Se nota que no me gustado? Esperanza
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