La reunión sobre esta novela, por parte
de los que asistimos del grupo de lectura resultó muy amena y dura.
A la mayoría, en una primera lectura rápida
nos interesó y gustó la novela. Nos llamó la atención la temática sobre la
ocupación española, no por ser narrada por un español, sino por tomar parte por
el oprimido y explotado nativo, cosa poco común.
La novela nos presenta a una familia
implantada en medio de un paisaje seco y desolador donde solo abundan las
grajillas, los nativos malviven en casuchas con algunas cabras y poco más. Aquí una familia española pone un molino que realiza la molienda de todos los
contornos procurando sacar el máximo beneficio, sin importarle para nada los
rifeños que son mirados poco mejor que los animales. Aquí sitúa el autor a un
niño, que trae miedo y odio a los españoles, como el relator y protagonista absoluto de toda la novela. Es él el que
lleva adelante el relato, y aquí es donde empezaron las divergencias entre los lectores, por cómo narra los hechos de
los que él es testigo y único interprete, guiado por un motivo fijo que todo lo
condiciona: el odio.
Tanto odio vivido por el niño, aunque justificado por lo que se le hace pasar, es
comprensible, pero no siempre creíble ni explicable. Donde nadie ajeno a él tiene ningún valor ni nada
positivo, quizás sólo el maestro que fue comprensivo y le enseñó a leer.
La
familia está dominada por un padre machista que tiene más amor a su perro que a sus
propios hijos, y su mujer, que también pondrá a su marido por encima de todo,
y todo lo que de él venga será acatado de manera sumisa. Sus hijos son presentados como palurdos sin
valores que no se aman entre ellos,
utilizados solo para beneficio del padre que no los respeta ni a ellos ni a sus
mujeres. Menos se van a preocupar de un rifeño, un niño puesto para su
servicio como un siervo que será para ellos motivo de mofa y befa.
Por
ultimo está el enamoramiento del protagornista al que nadie le dio la menor posibilidad, y aunque
él está obsesionado por ella, lo vemos como algo enfermizo, más que como algo
que en ningún momento pudiera ser correspondido.
El odio que impregna la novela es algo que quiere justificarlo todo, pero vimos que no era del todo creíble, así como
comportamientos que narra un niño, que son más propios de adultos y que como niño no le era posible ese conocimiento. Es como si al final quisiera
presumir de todo lo malo que ha hecho ante el hijo y hermano de la familia que él ha destruido, destinatario de su relato, como si al otro le
fuera indiferente.
En
estos detalles del estudio de los personajes es donde más se criticó a la
novela porque se presentan todos de
manera prototípica sin matices, todos son detestables, hasta el mismo protagonista, del que
sabemos cómo se comporta, su motivación de odio, pero poco de su personalidad.
Por todo lo que he escrito quiero dar a
entender que la novela dio mucho que hablar, que seguimos con interés las peripecias
vengativas marcadas por el resentimiento y el odio, pero dejó mucho que desear
en cuanto se trató de analizar a los personajes, por no profundizar ni hacernos
simpatizar con ninguno, ni siquiera el protagonista. No sabemos si esto es intencionado por huir de
un cierto paternalismo o por intentar ser más objetivo y por tanto más creíble, no siendo la novela tan completa como
parecería en un principio.
Todos
resaltamos la gran belleza en la manera de describir el paisaje con su
detallismo de tal forma que alguno de
los presentes, con su lectura, decía sentirse agobiado por un realismo tan seco, acre y agobiante.
Con
todo lo escrito he intentado mostrar los temas de la novela, pero solo
comprensible para los que la han leído, pero me temo que con ello no dejo del todo lo claro, porque no me atrevo
a tanto, si es una novela digna de ser recomendada. Tiene, según mi punto de
vista, muchas carencias, y una novela donde el único protagonismo lo tiene el
odio y la venganza no sé si será suficiente aliciente.
Mariano.
Buena reflexión sobre el Protectorado español en Marruecos.
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