“Para inventarse un cuento hace falta imaginación, ¿y quién
tiene más imaginación...? el niño. Por
eso vengo a la biblioteca para aprender los cuentos que vosotros os inventáis”.
Así se presenta Idígoras ante las criaturas que aún apenas
le conocen. Los profesores y el bibliotecario sí saben ante quién están, y
asisten boquiabiertos a una lección de creatividad de los niños y de Idígoras
(uno más entre ellos).
Comienzan el encuentro inventando colectivamente el
personaje principal, que el hábil ilustrador va plasmando en una lámina
cuidadosamente elaborada.
Ya ejercitados, y formando camarilla hacen selección entre una
variedad de héroes, de malos, de escenas, de instrumentos y recompensas..., con
los que fabricarán un relato más o menos disparatado.
A estas alturas el grupo está bien acompasado, y se atreve a
crear personajes a partir de las letras del nombre de uno de los asistentes,
con su correspondiente narración llena de aventuras
Y por último, arriesgándose a todo, hacen surgir a los
protagonistas y sus hazañas del dibujo de un simple garabato
Me hubiese gustado formar parte de esos niños..., buscando malos, héroes, acciones. Como dice arriba, jugando con la fantasía, la creatividad, lo imposible, lo ilógico. LA MÄGIA.
ResponderEliminar¡Enhorabuena Biblioteca, por estos momentos!