domingo, 7 de julio de 2013

EL compañero de viaje de Curzio Malaparte

Es la primera vez que en el club hemos leído dos libros un mismo mes. Han sido dos porque el primero que voy a comentar es más bien un relato, un guión se podría decir, sin mucho trasfondo. Se trata de El compañero de viaje, su autor: Curzio Malaparte.
Malaparte solía escribir textos, relatos o novela, muy claros respecto a la idea y la intención de dicha obra.
La idea que sostiene este relato también está muy clara: Italia ha caído. Su papel como potencia fascista (que él había apoyado) ha sido patético. Cuando el grupo, la sociedad, o el país fallan queda el individuo. El mensaje es claro: la verdadera grandeza siempre esta en uno, lo concreto y no hay que buscarla en muchos, lo abstracto.
Esta grandeza es la que se nos muestra en el soldado que queda en pie y se encarga de cumplir la promesa hecha a su admirado oficial antes de que este cayera; aunque para cumplirla tenga que viajar por caminos de un país ocupado tirando del cabestro de un burro, a cuyo lomo carga la caja con el cadáver de su teniente.
El soldado no es un hombre de ideas, no ha gozado de una buena educación, es solo un rudo campesino del norte del país. Pero tiene muy claro, sin pasarlo  por el tamiz del análisis, que debe hacer y que no. Su sentido de la dignidad es tan primario como sus modales y maneras. Pero de ahí le viene su grandeza, él no interpreta la vida: la vive. Sabe que cuando se hace una promesa es para cumplirla. Aunque para cumplirla primero haya tenido que sufrir la decepción —el teniente no era, ni mucho menos, lo que aparentaba y dejaba que sus hombres creyeran que era.
El campesino no es un personaje redondo, tiene sus aristas como todo humano: bastante primario y brutal en sus juicios: como cuando le dice a una jovencita que lo acompaña que ella no encajaría en su comunidad, que es demasiado débil para encajar en el norte. También fuertemente inclinado a la violencia, sobre todo para defender lo que él piensa incuestionable. Pero, insisto, el valor del personaje le viene dado por su condición   moral: una persona no puede permanecer impasible ante la injusticia. Esta condición se pone especialmente de manifiesto en la obra cuando, tras una pelea a puñetazos con unos contrabandistas de trigo, abronca a los hombres del pueblo, donde se produce la pelea, por no haberles plantado cara. “El verdadero mal de este país son los ladrones”, les dice.

El resto de personajes de la obra, así como las circunstancias de la población en posguerra, son meras anécdotas. Aquí entra el albedrío del lector: hay quien piensa que Malaparte pensaba desarrollar más esta parte posteriormente; yo, en cambio, creo que para mostrar la grandeza primordial del individuo le bastaba con su soldado- campesino.

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