Esta novela está encuadrada dentro del grupo de novelas de
la autora que, más que contar una historia, se centran en el análisis
sicológico de las protagonistas que repasan sus vidas y se enfrentan al pasado.
Estas obras fueron, por orden de aparición:
Fragmentos de
interior (1976), El cuarto de atrás
(1978) Nubosidad variable (la novela
que nos ocupa, 1992), Lo raro es vivir
(1995) e Irse de casa (1998).
Cito estos títulos porque, aunque Carmen Martín Gaite
renegaba del feminismo, todas estas obras están escritas para narrar las vidas
de sus protagonistas reflejándose en el espejo de las mujeres y no en el de los
hombres.
La novela que, como las otras citadas, utiliza bastante las
claves del sicoanálisis; se inclina, sin embargo, a favor de la literatura.
Ambas protagonistas conocen el mundo de la sicología. Una
como profesional, Mariana, la otra como paciente, Sofía.
La obra narra la amistad entre las dos. Tal amistad no es
contada de una forma lineal; pero, para el resumen de la novela, diremos que
hay dos fases de esa amistad. Una, la de juventud: época de estudiantes, época
de buscar y de definirse; época de
complicidades y de confesiones. Pero esta amistad, con el paso a la edad
adulta, tiene que evolucionar o terminar. En el caso de ellas se ve truncada
por un muro.
En la segunda fase, mujeres maduras ya, vuelven a
encontrarse “casualmente” y deciden reanudar su amistad emprendiendo, al menos
en principio, solo una relación epistolar. Sofía, mediante cuadernos de relatos,
como los que redactaba y enviaba a su amiga de juventud; Mariana, mediante
cartas, como las que mandaba a su amiga cuando viajaba. Las dos mujeres son, a
su manera, escritoras: eso queda claro al leer la novela.
Aquí tenemos que hacer un aparte, para aclarar como se
encuentra cada una de las protagonistas cuando se vuelven a encontrar.
Sofía está atrapada en su rol de madre y esposa. Su
matrimonio es una mera formalidad hace tiempo, y como madre, aunque ella se
valora como tal, los “pollos” hace tiempo que volaron del nido. Sabe que para
salir de la frustración de su vida actual la solución no puede girar en torno a
lo que soy, ya no es época de definirse,
sino a lo que hago.
Lleva razón Mariana cuando le dice a su amiga que no la
encuentra bien; pero ella, con todo su conocimiento y renombre, que le dan poder
sobre la vida de otras personas y prestigio social, tampoco está bien. Cuando
se mira en el espejo ve la imagen de Sofía o de cualquier otra mujer frustrada.
Volviendo a la amistad: cada una necesita a la otra como
espejo e interlocutor.
“Ahora se por mis estudios y por mis confidencias del diván
que las cosas que no se aclaran a su debido tiempo van formando un muro que al
final no hay piedra que lo derribe.”Escribe Mariana a Sofía. Evidentemente el muro entre ellas fue Guillermo. Ambas
mujeres se dan cuenta de que quieren escapar. El fracaso del matrimonio de
Sofía la impulsa a buscar su identidad en otros espejos, aquellos que guardan la
memoria de su autentica personalidad: Mariana le viene” pintipará
”.
Mariana quiere huir
de si misma, del papel de una persona poderosa que se conoce muy poco. Ha
aprendido demasiado del diván; tanto como para saber que, en su caso, es más
seguro y terapéutico escribir cartas a su amiga que tenderse en el. Cuando las
vivimos las cosas nos pasan, pero cuando las escribimos las hacemos pasar.
Gracias a la escritura- literatura en suma- y no al sicoanálisis
Mariana y Sofía (Sofía y Mariana) han descubierto algo que da sentido a sus
vidas en una edad en que esto, el sentido y no la definición, es lo que
importa. El lugar que cada una ocupara bajo el sol nadie lo sabe, como en
cualquier vida, y quien lea la novela lo puede imaginar como quiera. Que para
eso, para imaginar entre otras cosas, está la literatura.
Una novela escrita en la madurez (1992), casi a los 70 años. Yo la encuadraría entre las denominadas de desencanto, en cuanto describe una generación concreta: Aquella que en su juventud participó de un ideal de emancipación, pero que en la segunda mitad de su vida se encuentra frustrada, aun gozando de posición social de éxito. La temática social se repliega en una introspección. Dicho esto, hay que reconocer la maestría de la autora y en la profundidad del relato. Un ejemplo de literatura como terapia
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