DESOBEDIENTE
Me gusta el vino y el tabaco. Por placer y por
desobediencia. En ese orden. También me gusta el café, pero este sólo por
placer. Pensándolo bien, no sólo por placer, además me sirve para desobedecer
al sueño. Pero esta rebelión, en realidad, me está volviendo sumisa.
¡Que nadie nos niegue el derecho a disentir frente al dirigismo más o menos encuebierto que nos amedrenta!
ResponderEliminarAdemás hay que entrenarse un poco todos los días para, como dice Hannah Arendt, las situaciones de emergencia, que es cuando realmente hay que mojarse en este asunto de la desobediencia.
(Y mañana... otra calentura propia del verano)