Es la primera vez que en el club hemos leído dos libros un
mismo mes. Han sido dos porque el primero que voy a comentar es más bien un
relato, un guión se podría decir, sin mucho trasfondo. Se trata de El compañero de viaje, su autor: Curzio Malaparte.
Malaparte solía escribir textos, relatos o novela, muy
claros respecto a la idea y la intención de dicha obra.
La idea que sostiene este relato también está muy clara:
Italia ha caído. Su papel como potencia fascista (que él había apoyado) ha sido
patético. Cuando el grupo, la sociedad, o el país fallan queda el individuo. El
mensaje es claro: la verdadera grandeza
siempre esta en uno, lo concreto y no hay que buscarla en muchos, lo abstracto.
Esta grandeza es la que se nos muestra en el soldado que
queda en pie y se encarga de cumplir la promesa hecha a su admirado oficial
antes de que este cayera; aunque para cumplirla tenga que viajar por caminos de
un país ocupado tirando del cabestro de un burro, a cuyo lomo carga la caja con
el cadáver de su teniente.
El soldado no es
un hombre de ideas, no ha gozado de una buena educación, es solo un rudo campesino del norte del país. Pero tiene
muy claro, sin pasarlo por el tamiz del análisis, que debe hacer y que no. Su
sentido de la dignidad es tan primario como sus modales y maneras. Pero de ahí
le viene su grandeza, él no interpreta la vida: la vive. Sabe que cuando se
hace una promesa es para cumplirla. Aunque para cumplirla primero haya tenido
que sufrir la decepción —el teniente no era, ni mucho menos, lo que aparentaba
y dejaba que sus hombres creyeran que era.
El campesino no es un personaje redondo, tiene sus aristas
como todo humano: bastante primario y brutal en sus juicios: como cuando le
dice a una jovencita que lo acompaña que ella no encajaría en su comunidad, que
es demasiado débil para encajar en el norte. También fuertemente inclinado a la
violencia, sobre todo para defender lo que él piensa incuestionable. Pero,
insisto, el valor del personaje le viene dado por su condición moral: una persona no puede permanecer
impasible ante la injusticia. Esta condición se pone especialmente de
manifiesto en la obra cuando, tras una pelea a puñetazos con unos
contrabandistas de trigo, abronca a los hombres del pueblo, donde se produce la
pelea, por no haberles plantado cara. “El verdadero mal de este país son los
ladrones”, les dice.
El resto de personajes de la obra, así como las
circunstancias de la población en posguerra, son meras anécdotas. Aquí entra el
albedrío del lector: hay quien piensa que Malaparte pensaba desarrollar más
esta parte posteriormente; yo, en cambio, creo que para mostrar la grandeza
primordial del individuo le bastaba con su soldado- campesino.
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