“Érase
una vez…” iniciamos un viaje apasionante, una nueva aventura por el mundo de la
ficción que supone la Literatura.
Estas breves biografías literarias no
pretenden ser exhaustivas, ni siquiera originales. Han sido redactadas con la
intención de recuperar y retener en la memoria el recuerdo del mayor gozo que he
conocido en mi vida: el de tardes enteras acurrucado en un viejo sillón de mi
casa, que mi padre había tapizado de piel roja y al que familiarmente llamábamos
el “sillón del obispo”, enfrascado en el descubrimiento, la mayor fantasía
posible donde las hubiere, de la lectura.
He recopilado información de distintas
fuentes pero, fundamentalmente, me he remitido a las lúcidas anotaciones de
Borges. Por una sencilla razón: Jorge Luis Borges es uno de los pocos autores
cuyo universo literario gravita sobre el núcleo de la propia Literatura. Así
pues, en él encontramos, aparte de una gran originalidad y calidad que le
convierten en uno de los grandes de todos los tiempos, literatura sobre la
Literatura. Por su brevedad, por la arbitrariedad de los hechos seleccionados
que buscan el asombro y la rareza más que la prueba de alguna necesidad
biográfica, sus biografías literarias recuerdan el modelo de los relatos de
“Historia universal de la infamia”.
Muchas de estas biografías participan
de un género que ya ha caído en desuso y para el cual Borges tenía un talento
excepcional: el retrato. La brevedad de sus textos y la atención al detalle, que
por cotidiano pasa por inadvertido, son una crítica práctica al biografismo,
extenso, macizo y confiado en la construcción referencial, que suele predominar
en este tipo de textos. Estos datos menores no suman para resultar en una
estructura mayor. Por el contrario, señalan la significación de lo 'menor' y del
fragmento. En la suma puntillista de estos rasgos 'menores', Borges estima que
puede dibujarse una personalidad del escritor. El mismo Borges reconoce que
Stevenson fue quien le mostró la potencia ficcional del detalle. Una política de
lo 'menor' se articula persistentemente en los textos de Borges sobre distintos
escritores que bien podría resumirse en su célebre frase: "El prólogo, cuando
son propicios los astros, no es una forma subalterna del brindis; es una especie
lateral de la crítica".
Aún así, en la mayoría de los autores aquí tratados, he
añadido nuevos datos, anécdotas y fechas, esperando que ello no desvirtúe su
idea original; la misma que tenía el propio Borges cuando consideraba la
Literatura como conjunto de
citas: la "antología a la que tiende toda literatura”. Descubriremos, con cierto
asombro, que las vidas de nuestros autores preferidos no son, en la mayoría de
los casos, menos extrañas y extravagantes que las magníficas ficciones que nos
legaron.
Mi labor es meramente la de copista. Mi único deseo, espero que el tuyo
también, el de no tener que escuchar nunca la temida frase: “… y colorín
colorado…”.
Miguel Ángel García Díaz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario